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Y en las paredes quedan escritas historias que ya no se pueden contar. Amores que ya no sé pueden amar.

Manuel Rivas.

Estoy nervioso.

Y no es precisamente porque vaya a verme con Karol después de mi horario del trabajo. Es más bien porque hay una persona que está aquí y que precisamente, no me agrada para nada.

Melania.

Esa mujer no se cansa hasta obtener lo que busca. Pero bueno, lamento mucho decir que no pretendo caer esta vez.

¿Por qué lo haría si tengo una amistad increíble con una mujer increíble?

Es imposible describir lo que siento, pero Karol es mi lugar seguro sin duda alguna. Y eso que nos conocemos desde hace muy poco.

Mis amigos dicen que tenga cuidado, que ni ella ni yo merecemos sufrir.

Pero yo solo puedo pensar en ella y solamente en ella.

Últimamente he sentido el evidente deseo de estar siempre con ella por el tema del tipo que ha estado acosándola. Pero todo parece estar bien al parecer.

Ya enfrentaron un juicio, el juez falló a favor de Karol y ahora están todos felices, pues ese supuesto vecino ya no vive ni cerca.

Incluso Candelaria logró ayudarla. Lo cual me parece increíble del mismo modo.

Ella es una buena mujer, que tiene un esposo idiota pero bueno, no todo puede ser perfecto en esta vida.

—Deja de moverte tanto. —gruñe Louisa.— ¿Por qué están tan nervioso?

—Melania está aquí. Y Karol viene en no menos de veinte minutos.

—Ah, la perra. —rueda los ojos.— Dame eso, yo le voy a servir a tu ex y tú céntrate en salir por la puerta de atrás para ver a tu novia.

—No es mi novia.

—Bueno, la socia de Saak.

—¿Yo qué?

Me río cuando mi amigo se asoma por la pequeña puerta y niego dándole una ligera mirada al reloj. No puedo moverme de aquí hasta que mi turno oficialmente haya terminado.

Por la pequeña ventana de la puerta noto como Luisa se acerca a la mesa en donde Melania almuerza con sus amigas. Ella le dice algo, mi amiga niega y deja los pedidos sobre la mesa.

Continúa con su trabajo como si nada y me contengo para no sonreír. No quería ver ni hablar con Melania.

Eso estaba claro.

—Manuel, te buscan. —de inmediato dejo de mirar hacia la ventana.— ¿Qué hacías ahí?

—Perdón, jefa.

—Tu turno está por acabar. —me recuerda divertida.— Y hay una chica bonita esperándote afuera.

—No, es para mí.

Saak deja lo que estaba haciendo y sale prácticamente corriendo mientras maldigo.

Hasta el día de hoy no habían tenido la oportunidad de conocerse en persona. Pero por mensajes y llamadas habían sido los mejores amigos.

Ya hasta tenían una rara conexión para molestarme.

—Déjale en paz. —advierto saliendo y él se ríe.

—Pero si es mi socia. La amante. La segunda, la dueña de tus fines de semana. La...

—Si, ya entendí. —interrumpe ella divertida.— Tu amigo me cae muy bien, y conocerlo en persona es un privilegio.

Love HerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora