Love Her

39

Nada hace una habitación más vacía que querer que alguien se encuentre en ella.

Karol Sevilla.

Describir cómo me siento tomaría mucho tiempo y es lo que menos tengo en este momento.

Pero puedo decir algo, y es que no estoy a gusto con esto. Sabía que el interés de Manuel por Melania había comenzado a despertar desde hace mucho.

Y me afecta precisamente por eso, no me está dando mi lugar. Y fue más doloroso aún ver que Ruggero peleaba por ella.

Estoy teniendo un serio problema de odio hacia esa mujer. Sobre todo por lo que estoy viendo en este mismo instante.

Admito que me negué a venir, pero el maldito de Leonardo me sacó de la cama a base de empujones. Este es un día especial para mi prima.

Y desearía que para mí también.

Pero como ven...

—Mami. —de inmediato desvío la mirada de ellos para mirar a mi hijo.— Mira lo que la tonta me regaló.

—Liam, se llama Melania.

—Manuel, si mi hijo quiere puede llamar tonta a la tonta. —suelto cabreada.— Ni siquiera sé qué haces aquí.

—Pero si tu me llamaste. Tenía planes con Saak.

—Pues lárgate con él.

—¿Qué mierda te pasa?

—Nada, no me pasa nada y deja de mirarme así.

—¿Van a ver el regalo?

Ambos dejamos de mirarnos como si quisiéramos matarnos y nos centramos en Liam. Él nos enseña una mariposa dentro de un frasco.

De inmediato se lo quito y abro el frasco dejando que la mariposa vuele fuera de este.

—¡Mami!

—Tienes juguetes, deja de fastidiar a los animales. —masajeo mi sien.— No me siento nada bien.

—Liam, ¿por qué no vas a buscar a la mariposa para que vuelvas a atraparla?

Manuel le entrega el frasco, Liam asiente emocionado. Y mientras se marcha, cierro los ojos contando hasta veinte.

Es que si cuento hasta diez no será suficiente.

Rasco mi nuca, me duele no sólo la cabeza. El dolor en mi pecho se lleva el protagonismo.

Y esas ganas de levantarme y echar a Melania de esta casa que ni siquiera es mía incrementan con cada maldito segundo.

Están en el jardín preparando el carbón para el asado. Están cantanto una maldita canción que ya la tengo en mi cabeza, y mientras ella baila, Ruggero se ríe.

¿Por qué te ríes, Ruggero? ¡No respires cerca de ella!

—Oye, cálmate. —Manuel toma mi mano obligándome a mirarlo.— Te estás lastimando.

No comprendo lo que dice hasta que centro mi atención en la palma de mi mano. Mierda.

Me clavé las uñas y ahora tengo la palma lastimada. Por Dios, Karol. Tienes que calmarte.

—¿Qué pasa? —niego no queriendo hablar.— Karol...

—Me duele la cabeza. —me excuso.— Y la música allí afuera está demasiado alta.

Montserrat llega justo a tiempo para que Manuel no comience con sus preguntas. Trago saliva y mi prima se sienta con un plato lleno de dulcecitos.

Nos mira, siento mis ojos arder pero no pretendo llorar ahora mismo. Son tantas cosas las que tengo en mi cabeza que....