Epílogo.

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Porque aunque nadie sabe lo que a nadie le digo, la noche entera es corta para soñar contigo y todo el día es poco para pensar en ti.

Ruggero Pasquarelli.

—¡Liam Pasquarelli! ¿Pero qué haces, muchacho?

—Papi dijo que bañaríamos a Polar. —se queja.— Estoy bañando al perro, mami.

—Liam, es mejor que saques al perro de ahí antes de que me enoje.

Me apoyo en el umbral de la puerta. Liam resopla y termina por abrir la puerta de la lavadora dejando que Polar salga.

El perro se sacude el detergente, corre fuera del cuarto de lavado y Karol se cruza de brazos mirando al pequeño. Él imita su gesto.

—Es la tercera vez en la semana que intentas bañar a Polar en la lavadora.

—Pero tú lavas muchas cosas en la maquinita, mami. Y yo quiero lavar a mi perro.

—Liam...

—Le diré a papi que no compartes.

—Y yo le diré que intentas matar al perro con tus chistes.

—Matar es malo.

—Intentar bañar a un perro en la lavadora también, mi amor.

—Yo no soy tu amor, soy tu hijo. Papi es tu amor.

—Liam, solo ve a jugar.

—Pero, mami...

—¿Qué pasa ahora?

—Quiero arroz con agüita ploma.

Me río, ambos me miran finalmente.

Y mientras Liam corre hacia mi, mi esposa se encarga de clasificar ropa para ponerla a lavar.

Se ve tan bonita el día de hoy.

Finalmente se arriesgó a hacerse ese cambio de look especial y le queda de maravilla. Ni siquiera se nota que en verdad hace sólo tres años tuvo un precioso bebé.

Uno que ahora no deja de hacer travesuras de un lado a otro.

Las paredes y pisos rayados, sal mezclada con azúcar, polar siendo víctima de acoso y la sala desordenada todo el día son cosas pequeñas para lo que este mini huracán ha hecho en nuestras vidas desde que llegó.

—Tu hijo tiene hambre, soluciónalo.

—Yo también tengo hambre. —musito divertido.— Amor, ¿podemos ir a dar un paseo?

—¿Un paseo? —tuerce el gesto como si lo estuviese pensando.— Diría que si, mi amor. Pero Liam no ha tendido su cama todavía.

Liam curva sus labios hacia afuera, se cruza de brazos y me mira.

—¿Cómo que aun no haz ordenado tu cama, pequeñín?

—Porque estoy muy cansado. —sonríe.— Pero si vamos al parque, lo haré muy rápido.

Asiento, me hago un lado para que salga y en cuanto lo veo perderse escaleras arriba, miro a mi esposa. Ella se ríe.

Es obvio que Liam no hará ni el más mínimo intento de tender su cama. A lo mucho va a recoger los juguetes que duermen con él.

Pero eso no quita que aunque tenga tres años, no se haga cargo de sus cosas. Aunque Karol diga que exagero.

Prefiero que mi hijo sepa desde ya que puede hacer cosas básicas. Y que tiene que ayudar en las actividades de la casa tenga la edad que tenga.

Love HerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora