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Habrás encontrado a la persona correcta cuando no tengas que mendigarle nada, ni amor, ni sexo, ni apoyo, ni amistad; simplemente te lo dará todo antes de que se lo puedas pedir.

Ruggero Pasquarelli.

Bien....

Estoy analizando entre mis recuerdos y no encuentro nada que me haga saber que le prometí a Karol no pelear o discutir con don perfecto. Así que si él se atreve a dar el primer golpe, no dudaré en corresponder.

Es obvio que siente demasiada furia hacia mí, lo entiendo a la perfección. Y por eso mismo voy a soportar sus reproches o lo que sea.

Siempre y cuando no se meta con mi novia.

Es así de simple.

—¿Cómo pueden hacer esto justamente hoy?

—Manuel, nosotros no...

—¿No qué, Karol? —interrumpe.— No tienes nada que hacer, es mejor que te vayas.

—Tu no mandas en nada de lo que respecte a Anne.

—Mejor nos calmamos. —sugiere la madre de la niña.— Manuel, solo vámonos.

—¡Por supuesto! Es que la solución siempre es huir, ¿cierto, Karol?

—Basta. —advierte ella. Él niega.— No hagas esto, detente ya.

—¿Por qué no le cuentas todos esos planes que rompiste por su repentina aparición? —me señala.— ¿Por qué no le haces responsable de todo lo que ha estado ocurriendo si sabemos perfectamente que lo es?

—Manuel, basta.

—Dos años se fueron a la basura por una persona que no era capaz de nada más que volverte loca con estúpidos pensamientos.

—Basta, no sigas, por favor.

—Me esperaba todo de ti, menos que hicieras esto.

—Bueno, fue suficiente, ¿no? —interrumpo, me mira.— Si tanto te duele que no puedan sentir amor por ti, pregúntate qué estás haciendo mal.

—¿Qué hice mal? Es obvio, amigo. Confié en una mujer que no merecía ni la mitad de lo que le di. En una maldita mujer que....

—¡Ruggero!

Que me saquen del maldito hospital si quieren, no iba a quedarme de brazos cruzados mientras el idiota este decía estupideces dignas de un marica dolido.

Karol me detiene, tira de mi brazo y me pide tranquilidad mientras Sonia levanta a Manuel pidiéndole que se detenga. Pero él no escucha, quiere desahogar todo lo que siente.

E intento comprender. Juro que intento comprender.

Pero no puedo.

—Basta, por favor. —exije Karol empujándome hacia una banca.— No ganas nada con esto y si sigues van a sacarnos del maldito hospital.

—¿Entendiste lo que ese estúpido intentó decir de ti? Que acepte de una vez que si llegamos a ese punto fue porque estaba aferrado a ti.

—Ruggero, basta.

—¡No, Karol, no!

—¡Pues entonces lárgate! ¡Váyanse los dos y déjenme en paz! No estoy aquí por ninguno, ni por ti ni por Manuel. Estoy aquí por Anne y si no van a colaborar váyanse a la mierda.

Normalizo mi respiración, es lo mejor.

Saco mi billetera, se la entrego y de la misma manera en la que vine me pierdo por el lugar.

Love HerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora