36

741 144 76
                                    

¿Qué me falto para estar en tu vida? Tengo tu pasado entre mis manos y recuerdos. Pero duele saber que alguien más te tendrá para el resto de su vida.

Ruggero Pasquarelli.

Nunca antes había sentido una mezcla de emociones tan grande como el día de hoy. Estoy divorciado.

Y no sé cómo tomarme eso.

Es decir, oficialmente estoy soltero. Pero no puedo sentirme bien si sé que nos quedan solamente dos semanas con Gael.

Hoy, en su quimioterapia nos lo hicieron saber. No tiene mucho tiempo, ningún tratamiento funciona como los doctores esperaban.

Y si corta edad no nos ayuda mucho.

Ahora mismo estoy sentado a su lado sujetando su mano mientras Candelaria detiene el sangrado.

Siento un nudo en mi garganta. No me siento para nada bien.

—¿Mami?

—¿Si, mi amor? —Canse sorbe su nariz disimulando lo quebrada que se encuentra su voz.— ¿Necesitas algo?

—¿Por qué Almen no se mueve?

Mi mirada se posa en Almendra. Es cierto, no se mueve.

Llevamos dos horas y media aquí, y desde que se acostó a los pies de Gael no se ha movido para nada. Niego acariciando su pelaje.

Ella llora sin dejar de ver a Gael.

Eso no me gusta.

—Ya ves que es una perezosa. —musita divertida.— ¿Quieres que la saque de aquí?

—No, sólo quiero dormir un ratito.

Cande me mira, asiento haciéndole saber que es mejor que descanse.

Con cuidado acomodamos las almohadas debajo de su cabeza levantándola lo suficiente por si el sangrado vuelve.

Intento llevarme a Almendra. Pero en cuanto la bajo, ella vuelve a subirse a los pies de la cama.

Niego saliendo de la habitación.

Almendra y Gael están demasiado acostumbrados el uno al otro.

Bajamos a la cocina en donde preparo algo de té para ambos. Cande me sonríe en cuanto me siento frente a ella.

No hacen falta las palabras, ambos sabemos a la perfección lo que estamos sintiendo.

—Dios, si existes, no me quites a mi hijo. —susurra mirando hacia la ventana.— Acepto lo que sea, menos que él se me vaya.

—Las cosas a veces suceden porque tienen que suceder. —susurro.— Y si Gael se va, sé que los planes de Dios para con él, serán los mejores.

—Es sólo un angelito, Ruggero. Mi angelito.

Me acerco abrazándola.

Ella simplemente suelta en llanto aferrándose a mis brazos.

Mierda, yo realmente no quiero esto. Y me frustra saber que no puedo haber nada.

Nos quedamos en esa posición un buen rato, escuchamos la voz de Gael, de inmediato corremos hacia la habitación.

—Mami, quiero algo antes de dormirme por mucho tiempo. —susurra.

—No digas eso, Gael. —reprende Cande sentándose a su lado.— Tú te vas a dormir solamente ocho horas y luego te levantarás y yo misma te llevaré a la escuelita.

—Pero quiero algo, mami.

—Anda, dinos. ¿Qué quieres?

—Una pijamada, con Liam.

Love HerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora