Nikolai
Subo al departamento de Gemma con las cajas de pizza en mis manos y sintiendo la pesadez en mi estómago por saber que la he jodido.
No intencionalmente, claro, pero ambos, Andrei y yo — especialmente yo— fuimos irresponsables y confiados al creer que porque ella nos conoce hace algunos años, la confianza se ganaría más rápido.
Error.
Cuando entro de nuevo en su casa, veo que Andrei la está abrazando, pero nada en ella luce incómodo. Sin embargo, es más que obvio que hemos adelgazado el ya de por sí delgado hilo de confianza que ella nos tenía.
Andrei me dispara una mirada cargada de la misma culpa que siento yo y Gemma tiene una expresión indescifrable en el rostro. Siempre me resultó fácil leer a las mujeres, especialmente a las sumisas, pero Gemma tiene una mente tan viva y es tan independiente dentro de su sumisión, que a veces es un poco difícil entenderla.
—traeré cerveza— ella salta del sillón, luciendo igual de chispeante que siempre y luego, se detiene— ¿Toman cerveza, cierto?
Cuando le decimos que sí y ella desaparece en la cocina, miro a mi compañero.
—¿Está todo bien?
—demasiado bien y eso es preocupante—murmura —tenemos que encarar esto de otro modo, Nik.
—lo sé— suspiro, dejando las cajas de la pizza— ¿Cómo?
Nos miramos por unos segundos y por un minuto, temo haber desbloqueado un miedo en ella, uno que tal vez antes ni siquiera existía.
—podríamos hablar con Demian—sugiere— sé que va a darnos lata por esto pero nos lo merecemos.
—creo que antes que deberíamos nosotros...
—¿De qué hablan?— Gemma regresa de la cocina con vasos y una botella de cerveza. También trajo un cuchillo.
Ella no luce particularmente alterada pero tampoco creo que nos vaya a dejar ir de rositas así, tan fácilmente. Las sumisas están acostumbradas a perdonar a sus amos, especialmente si hay un castigo de por medio y así es como debe ser, pero esto fue diferente.
Completamente diferente.
La hemos jodido realmente y cuanto más pienso en ello, más me doy cuenta de lo profundo que la hemos cagado. Ni siquiera tuvimos en cuenta de que intentamos algo que tal vez hubiera funcionado como un desbloqueo o ayuda si lo hubiéramos hablado con ella, entonces hubiera sabido qué hacer y cómo jugarlo. Tampoco medimos que estamos en su casa y hemos vuelto inseguro un lugar que debería ser cómodo para ella.
Somos dos tipos que miden más de un metro noventa y ella tiene un cuerpo delgado que apenas supera el metro y medio. De ninguna forma podría liberarse de ninguno de nosotros.
—¿Nik?— Andrei me da una patada discreta, diciendome con la mirada que corte con mi mierda mental— Gemma te habló.
—lo siento— carraspeo y me acomodo— ¿Qué pasó?
—pregunté cómo había sido tu día, pero no tienes que responder si no quieres— ella me da una mirada extrañamente cautelosa y yo evalúo mi postura. Estoy tenso, recto y con las manos cerradas en puños por el enojo conmigo mismo.
Si quiero que ella me devuelva su confianza, definitivamente este no es el camino.
—mi día estuvo bien—respondo.
—¿Qué es lo que haces exactamente? —ella corta la pizza mientras me mira.
Le explico brevemente que me dedico principalmente a algunos casos administrativos, pero que también estoy detrás de las tomas de rehenes y las negociaciones en tales conflictos.
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Barroco | SEKS #2
RomanceSERIE SEKS, LIBRO #2 Gemma acaba de salir de una relación complicada y está dispuesta a dejar todo el dolor atrás y seguir adelante, sin involucrarse en serio con nadie más. Nikolai y Andrei no están dispuestos a escuchar protestas cuando ponen sus...