Extra 2

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Extra de los rusos y la conejita en la nieve :) 

¡Disfruten!

Pasamos dos días en Rusia, haciendo puro turismo de museos y llega un punto en que Andrei y Nikolai deciden que han visto demasiados cuadros para toda su vida y me arrastran del último museo para regresar a la casa de Demian y Viktor, en donde nos estamos quedando.

Era de su padre, pero desde que falleció, es de los hermanos Pavlov.

—¡Pero quiero seguir en el museo!

—deja de ser una niña caprichosa y camina— Andrei me agarra del brazo y sonríe— además, tenemos planes.

—¿Planes? ¿Qué planes?

—vamos a acampar— me responde Nik, del otro lado.

—pero está nevando, ¿Eso no es un problema?

—no, acampar con nieve es divertido— Andrei me sonríe y luego, los tres caminamos hacia el auto que hemos estado usando estos días aquí. No es como si alguno de ellos le hubiera pedido a Vlad que nos lleve de aquí a allá. En realidad, ambos condujeron perfectamente por las calles de Moscú.

Para cuando llegamos a la casa, siento que mi culo se ha congelado en niveles inexplicables y cuando veo una estufa encendida, no tardo mucho en estar cerca.

—¿Tienes frío, conejita?— me pregunta con burla Andrei.

—cállate, abogado.

—sé respetuosa— me señala con un dedo y desaparece por el pasillo que da a la cocina.

Lo cierto es que los tres estamos durmiendo en una habitación, con una cama lo suficientemente amplia para todos, pero, de todos modos, la sensación de nerviosismo que me produce cada vez que los empleados me miran, no se va.

Nunca fui muy fan de ocultar mi vida. Quiero decir, pocas veces oculté el hecho de que estaba con dos personas a la vez, pero, de algún modo, estar en otro país, con otras costumbres y seguir manteniendo lo que los tres tenemos, es un poco extraño.

—toma— Nik se acerca a mí pocos minutos después, con dos tazas con chocolate caliente y humeante.

—oh, eres el mejor— le sonrío y tomo la bebida, dejando que caliente mis entrañas— me encanta la idea de acampar, pero, ¿Las carpas resisten toda la humedad de la nieve?

Asiente.

—son aislantes—me explica— tienen varias capas de tela, con aire entre ellas que impiden que la temperatura modifique el interior.

—oh, eso es genial— sonrío— ¿Lo haremos aquí?

Niega.

—hay un bosque a unos pocos kilómetros— sonríe— y el invierno es la mejor época para ir, porque los animales están hibernando.

—tienes razón.

Entusiasmada por la idea de poder acampar— porque solía hacerlo con mi hermana cuando niña y tengo buenos recuerdos de ello— no tardo mucho en calentarme un poco con la bebida y luego, busco a Andrei.

Han pasado más de quince minutos desde la última vez que lo fastidié, así que debo hacer algo al respecto.

—hola, ruso molesto— me acerco a él cuando lo veo en la habitación en donde estamos durmiendo, con un bolso bastante grande donde está poniendo muchas cosas— ¿Qué haces?

—poner algo de ropa para cuando salgamos— me dice con voz calma— ¿Qué haces tú?

—estaba aburrida y decidí que quería molestarte.

Barroco | SEKS #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora