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Las cosas pasan por algo y yo quiero convencerme de que por la mano mágica de Caravaggio, yo les he dicho a los ruso que los amo, la noche anterior a que al abogado le dijeran que su tío murió.

En este preciso instante, me está costando muchísimo sacar mis brazos de su alrededor, mientras estamos en el aeropuerto, siete horas después del anuncio de la muerte del padre de Demian — porque es el vuelo más próximo a Moscú que he conseguido por la página de las aerolíneas, mientras Nikolai se ocupaba de ayudar a Andrei a preparar un equipaje para pocos días.

Quiero consolarlo y no sé cómo hacerlo. Quiero abrazarlo, besarlo, contenerlo al menos un poquito, pero el hombre se mantiene como un témpano de hielo hasta que desaparece por el pasillo que da al check in y yo me quedo con el policía, viendo como mi otro hombre desaparece por el aeropuerto.

—¿Él está bien? — le pregunto a Nikolai. Lo cierto es que, de los dos, Andrei es quien siempre tiene una expresión más alegre y jovial y verlo tan serio y... así, me destroza, porque no sé qué hacer para mejorar su estado de ánimo.

—lo estará— la mano de Nik aprieta la mía— regresemos a casa.

Me fuerzo a mover mis pies hacia el exterior del enorme edificio, sin un ápice de ganas de dejar a Andrei enfrentando esto solo. Sin embargo, cuando sugerí que podría irme con él, porque en ese momento no importaba nada más, dijo que no. Especialmente, porque toda mi mierda con Álvaro era muy reciente y era mejor si me quedaba aquí.

Además, al parecer las cosas en Rusia se jodieron en niveles estratosféricos, porque Demian había decidido enviar a Lianna de regreso a la ciudad— cuando ella sólo estuvo allí tres días— y el humor de los Pavlov no era de los mejores.

Entendí que Andrei no quería dividir su cabeza entre su familia y yo y que, en realidad, estaba más tranquilo sabiendo que yo estaba con Nikolai aquí.

—¿Por qué Demian envió de regreso a Lianna? — le pregunto a Nik mientras él conduce con calma por la ciudad, de regreso a su casa.

—Demian es bastante estricto consigo mismo— me dice— tal vez sintió lo mismo que Andrei y no quiere que ella esté a su alrededor.

—eso es una estupidez— resoplo— ¿Ustedes no entienden que nosotras entendemos que son seres humanos y que tienen momentos de mierda? Nos gusta estar allí para acompañar, no para ser una carga.

Nik me da una sonrisa leve.

—¿Y tú entiendes que nosotros no tenemos un botón de Dominante para encender o apagar? —me da una sonrisa leve, que no le llega a los ojos— al menos a todos los dominantes que conozco, no es algo que nos resulte fácil, nena— aclara— y creo que es peor si estás en una situación como la de Andrei o Demian y sientes que no puedes hacerte cargo de algo que te gusta, como ser una sumisa.

—pero yo no quería que Andrei se hiciera cargo de mí, quería ir para acompañarlo— resoplo, cruzando mis brazos— ¿Lo has visto? ¿Has visto su cara? Él no estaba bien.

—Gem, relájate— el policía me observa, sin dejar de conducir— Andrei puede manejarlo— me dice lentamente— él está más preocupado por otras cosas en este momento, como tú.

—yo no quiero que se preocupe por mí. Yo estoy bien— le digo rápidamente— ¿En serio crees que él está bien?

—lo conozco desde hace más de diez años, nena, créeme.

—lo hago, es solo que...

Me gustaría estar allí para él del mismo modo que él está para mí.

—escucha, conejita— Nikolai se estaciona cerca de una esquina, para poder mirarme a la cara— en este momento, a mí también me gustaría estar con él en Rusia.

Barroco | SEKS #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora