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Antes de que comenten algo sobre el comportamiento de Andrei y Nikolai en este capítulo, quiero dejar en claro que todo es consensuado, que Gemma sabe que tiene una palabra y ella la usaría, pero es parte de todo el juego de que ellos se ganen su sumisión. 

Solo quiero aclararlo, por las dudas.

¡Disfruten!

El sábado es el día de mis sobrinos acaban conmigo. Lisa y llanamente.

Soy hiperactiva, lo reconozco aunque estos últimos días me haya sentido como un felpudo — pero Abi y Brandon... ¿Qué demonios les dan para el desayuno?

—¡Tia, vamos a jugar a la pelota!

—¡Tia, quiero pintarte las uñas!

—¿Cuándo se les acaba la batería? —le pregunto a David mientras mis dos sobrinos están saltando frente a mí, demandando atención.

—jamás—Jess se ríe y yo la sigo—estás de mejor humor, Gem.

Le doy una sonrisa tensa, sin decir nada.

—lo que sea que te hayan hecho anoche, ve a buscar otra dosis hoy—acota David.

Intento no reírme, lo juro.

—es cierto, Gem... —Jess sacude la cabeza— lo que sea que hayan hecho, pide más.

Ella no sabe lo que significa eso, en realidad. Pedir más — suplicar— a Andrei y Nikolai no está en mi listas de prioridades. Especialmente porque no pienso caer de nuevo en su trampa.

Ahora que sé cómo juegan, iré más preparada.

Todo el sábado me entretengo con Abigail y Brandon y los chicos realmente consumen toda mi energía de una forma agradable. Los niños tienen las almas más puras y las mentes más creativas y siempre me gustaron. No para tener uno — Dios, no — sino para estar con ellos un rato y luego salir de la escena.

Abigail y Brandon son mi cable a tierra.

Por la noche, luego de que los mocosos están bañados y acostados, los adultos respiramos en paz.

—en serio que no entiendo cómo tienen tanta energía— digo.

—¿Tú de qué te quejas? — Jess me mira divertida— siempre has sido un culo inquieto.

—en eso tienes razón— le concedo.

Siempre fui hiperactiva. Mi cuerpo y mi mente iban más rápido que el mundo, hasta que encontré algo de calma. Cuando cumplí la mayoría de edad, fui a Seks. No tenía ni idea de lo que era la sumisión y lo hice más por mera curiosidad que por otra cosa y terminé por darme cuenta de que eso era lo que me faltaba. Tuve una entrevista con Demian— que por ese entonces debía rondar los veintiséis o veintisiete— y me asocié a Seks. La primer noche, me dijo que podía escoger a uno de los señores para que me instruyera y ahí conocí a Andrew, mi primer amo y — estoy segura— el dolor más grande que alguna vez sentí.

Andrew tenía veinticuatro para ese momento. Llevaba siendo dominante algunos años y le gustaba enseñar. Yo quería aprender, así que congeniamos rápidamente. Estricto, pero de un humor ligero, Andrew estuvo alrededor de medio año enseñándome a ser sumisa y ocupándose de sacar todos los prejuicios de mi cabeza.

Porque sí, todos tenemos prejuicios. Nadie llega a la adultez sin tener un status quo y cuando te metes de lleno en una relación bdsm o el estilo de vida, todo eso se sacude.

Andrew rompió con todo eso y yo me encariñe con él. Nos veíamos en Seks y en su departamento y las cosas parecían ir bastante bien. Siguieron así hasta casi un año y medio después, cuando ya teníamos dos años de esa relación.

Barroco | SEKS #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora