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*Se prende fuego todo*

Cuando terminamos de cenar soy arrastrada hacia mi habitación mientras me muerdo la lengua para no reír cuando veo al policía hurgar en mis muebles, tratando de encontrar la bolsa que han dejado aquí hace unos días.

—¿La has cambiado de lugar?— le pregunta a Andrei, que está bastante concentrado en mi rostro, definitivamente sabiendo que he hecho algo.

—no he sido yo—le responde.

Nikolai se acerca, sonriendo y se detiene frente a mí, logrando que me apriete contra el cuerpo de Andrei que está deteniendome de huir.

¡Já! Como si fuera a hacerlo.

—Gemma, cariño, ¿Dónde metiste nuestras cosas?

—no sé de qué hablas—respondo inocentemente. Una mano rodea mi cuello sin mucha fuerza, haciéndome respingar pero me recompongo rápidamente. No me da miedo pero me ha sorprendido—no lo diré—murmuro.

—si crees que esconder nuestras cosas te salvará de algo, estás equivocada, bonita—Andrei gruñe cerca de mi oído y sus dedos se mueven en mi cuello, casi en una caricia—lo único que harás, será retrasar un poco las cosas hasta que uno de nosotros vaya al coche y consiga otras cosas.

Boqueo y volteo un poco mi rostro para mirarlo.

—no lo harían.

—¿En serio quieres ponernos a prueba?

Finjo meditarlo por unos segundos, como si esto realmente fuera algo para sospesar. Luego, mascullo:

—están en el otro cuadro, detrás del atril.

Ambos se miran por unos segundos breves antes de que Andrei me suelte y Nikolai se aleje un paso.

—ve a buscarlas—me dice el policía, dándome espacio suficiente para que pueda salir de entre ellos. Dejo mi habitación sin mirar atrás, sopesando si continuar con una actitud descarada o relajarme un poco y ceder.

Decido que, al menos por un rato, me comportaré y luego, veremos.

Regreso a la habitación con el bolso que he escondido y se lo entrego a Nikolai, porque está más cerca. Luego, me dejo caer de rodilla frente a ellos, a unos pasos, con la espalda bastante recta y la cabeza baja. Puedo sentir un par de ojos verdes y otros grises clavados en mí y suspiro.

—no me miren como si me hubiera crecido un cuerno—murmo —sé cuál es mi lugar—añado, sabiendo que tal vez ellos se esperaban que fuera a seguir con mi juego rebelde.

—¿Lo sabes, eh? — Andrei me habla, su voz tornándose más ronco— entonces ven aquí— se deja caer en el borde de mi cama, mientras Nikolai abre el bolso. No tardo mucho en apoyar las palmas de mis manos en el suelo, para moverme. Sólo me separan tres pasos de él y me detengo cuando estoy justo delante de sus piernas. Puedo escuchar al policía buscar algo en el bolso, pero no quito mis ojos del frente. Las manos de Andrei caen sobre mis hombros y la tela de la camiseta se raspa contra mi piel.

Sus ojos están clavados en los míos mientras se muerde ligeramente el labio inferior y sus dedos bajan hasta estar en el borde de la prenda de vestir con la que me he estado cubriendo hasta ahora. Comienza a levantarla sin decir nada y yo subo mis brazos para que pueda quitarla.

No tenía puesto un sostén y su vista recorre con interés mi pecho, antes de que sus manos ahuequen mis tetas. Un rubor ligero corre por mis mejillas y ni siquiera estoy muy segura de que sea por vergüenza porque jamás he sido muy recatada en cuanto a mostrar mi cuerpo— algo que, definitivamente, quedó claro al tener relaciones en Seks. Cuando él lo ve, sonríe.

Barroco | SEKS #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora