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Ya sé que las actuallizaciones están siendo muy espaciadas, pero estoy con mucho trabajo y estudio en la universidad. De a poco espero poder acomodarme y actualizar más seguido. 

¡Espero que les guste!

El resto del fin de semana es bastante tranquilo. El sábado por la tarde me voy de la casa de Nikolai y Andrei, porque quedé en cenar con mis sobrinos, mi hermana y David. Invité a los chicos —con un poco de nerviosismo, debo admitir— pero dijeron que debían hablar con Demian sobre un asunto familiar.

El domingo, estoy buena parte del día en la cama y mirando series. Debería llamar a alguna de mis amigas de la universidad para vernos, pero lo cierto es que necesito un rato aislada de la sociedad para descansar un poco. Hablo con mis padres, a los que no veo hace algunos meses porque viven bastante lejos y luego, apago el móvil por lo que resta del día.

Para cuando la mañana del lunes llega, estoy bastante descansada y llego a mi trabajo con un humor bastante bueno. Incluso tarareo una canción mientras camino por el pasillo que da al área del personal y cuando veo a mi jefe, ni siquiera me inmuto.

—buenos días— digo, pasando a unos pocos metros de él para dejar mis cosas en mi escritorio y quitarme el abrigo.

—buenos días— responde. Ni siquiera me mira y yo sonrío, pensando que tal vez hoy será uno de esos días en los que decida ignorarme— tienes tres visitas guiadas con niños y un grupo de un geriátrico vendrá también.

—¿Tienes los horarios? — me giro a verlo, esperando y Álvaro pone la mano por encima de su hombro con un papel. Me acerco, lo tomo, asegurandome de no tocarlo y me alejo para revisarlo. Suspiro, sabiendo que entre cada visita tengo una hora para avanzar con mi investigación sobre algunas pinturas. No es mucho, porque una hora suele tomarme leer unos pocos artículos, pero al menos podré avanzar algo.

Me preparo un café y lo tomo mientras espero a que sean las nueve y media para comenzar la primer visita con niños de una escuela primaria de la ciudad. Cuando el horario llega, salgo de la oficina y camino hacia la entrada, ubicando al grupo y a la profesora a cargo. Hablo unos pocos minutos con ella, esperando a que me indique si hay algo que deba saber sobre el grupo— como si uno de los niños es hipoacúsico— para adaptar la visita. Sin embargo, no hay nada de eso y comienzo a llevarlos por todo el museo, riéndome por las preguntas que hacen — porque, en serio, los niños pueden ser muy curiosos cuando se lo proponen— y para las once, termino.

El día se pasa con rapidez, porque no dejo de hacer cosas que mantienen mi cerebro ocupado y cerca de las cinco, Álvaro dice que puedo irme, puesto que no habrá más visitas hoy.

Como no tengo nada para hacer, envio un mensaje al grupo con el dúo y también a una amiga de la universidad, Melissa.

Nikolai responde que ambos están en el juzgado laboral, que está a unas diez cuadras del museo donde trabajo así que le escribo que podría ir allí. Mi teléfono suena pocos segundos después y Policía aparece en la pantalla.

—hola— digo mientras termino de guardar las cosas de mi escritorio.

—hola, nena— me responde con voz relajada— ¿Sigues en el museo?

—no por mucho— admito— pensaba irme, ¿Están ocupados?

—Andrei está en una audiencia, yo debo quedarme aquí hasta que terminemos.

—¿Harán algo luego?

—¿Quieres vernos? — una cierta nota de sorpresa cubre su voz.

—pues sí— respondo un poco ofuscada de que él se piense que soy demasiado... Gemma como para admitirlo— ¿Harán algo, sí o no?

Barroco | SEKS #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora