Nikolai
Andrei detiene el coche en la entrada de nuestra casa, mientras yo me entretengo con una furiosa chica rubia que finge estar cabreada.
—¡Oye! — Gemma chilla cuando la saco del coche y la cargo como si fuera un costal— ¡Bájame, hombre de las cavernas!
—¿Has escuchado algo? — miro a mi amigo, ignorando el berrinche de la chica, sabiendo que solo lo hace para llamar la atención. Hay una diferencia muy clara entre un miedo real y jugar.
—sonó como una mocosa quejumbrosa—me dice, mientras me rodea para detenerse frente al rostro de la chica—¿Ocurre algo, cariño?
—bastardos— gruñe ella.
Tardo menos de dos segundos en golpear su culo con la palma de mi mano.
—cuida tus palabras, Gemma.
Instantáneamente, su cuerpo se afloja.
—lo siento— masculla.
—eso no sonó muy honesto para mí—conociendo a mi compañero, sé que no está precisamente sonriendo mientras le habla.
Los tres entramos a la casa y la chica comienza a removerse sobre mi hombro. Suspiro y antes de que ella pueda decir algo al respecto, lo hago yo.
—Skol no está aquí— advierto— pero si no te comportas, te haré pasar lo que queda de tarde con él.
No lo haría, jamás y estoy seguro de que ella lo sabe, pero de todos modos, deja de moverse y quejarse, hasta que la pongo sobre sus pies frente a mí. Debo sostenerla, porque aún tiene las manos esposadas a su espalda y su equilibrio no es tan bueno.
La expresión furiosa en su rostro es encantadora, porque honestamente, es una chica que a duras penas llega por encima de mi pecho, esposada y a sabiendas de que tiene todas las de perder contra nosotros pero aún así, tiene las mejillas de un rojo enfuerecido y la bronca chispeando en sus ojos.
—¿Todo bien, cariño? — Andrei agarra el rostro de Gemma y yo me muerdo la lengua para no sonreir por el cambio en su expresión. Ella realmente tiene una veta rebelde y revoltosa, pero nadie puede negar que también puede ser la sumisa más dulce y entregada.
—no me gusta ser cargada como un costal, señor— ella me da un vistazo rápido y luego pone sus ojos a la altura de los de Andrei.
—es lo que te ganas por ser cabrona, conejita— Andrei se burla de ella, segundos antes de agarrar todo el cabello rubio en un puño, obligandola a que levante su rostro.
Es casi hipnótico ver cómo sus emociones van transformándose en el rostro de Gemma, pasando del enojo hasta transformarse en una expresión entregada y relajada. Eso es lo que la hace buena, lo que logra que funcionemos tan bien juntos.
Gemma es sumisa, lo sabe y, parte de su juego, es fingir que no quiere serlo, pero es sólo eso, un juego, un rol en el que se mete y al que nosotros accedemos, porque nos entretiene, porque sabemos lidiar con una sumisa revoltosa.
Andrei sonríe cuando los humos de la conejita bajan y yo cruzo los brazos sobre mi pecho, esperando.
—¿Lo ves? No es tan difícil comportarse, Gemma— chasquea. Mi amigo me da una mirada rápida y yo abro la puerta de la habitación. Andrei la guía dentro, sin soltar su cabello y yo me pongo detrás de ella, para quitarle las esposas.
Él y yo compartimos una mirada cargada de preguntas, sabiendo que no hemos hecho nada entre los tres, en nuestra casa, luego de nuestra estupidez en su departamento.

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Barroco | SEKS #2
RomanceSERIE SEKS, LIBRO #2 Gemma acaba de salir de una relación complicada y está dispuesta a dejar todo el dolor atrás y seguir adelante, sin involucrarse en serio con nadie más. Nikolai y Andrei no están dispuestos a escuchar protestas cuando ponen sus...