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Andrei

Nik y yo nos miramos desconcertados.

—¿Ella acaba de irse?

—eso parece—le sonrío—¿Vas a buscarla? —le pregunto—yo iré a preparar algunas cosas.

—¡Claro!— Nik corre fuera de la habitación mientras lo escucho gritar—:¡Conejita vuelve aquí!

Me río mientras camino hacia la habitación donde usualmente dormimos los tres y me llevo los pinceles y dos tarros de la pintura que usó Gemma conmigo. Lo cierto es que puede parecer tonto, pero me ha entretenido bastante ver a la conejita tan centrada en su tarea de llenarme de pintura y, para qué mentir, su gesto me la puso dura.

Hay algo excitante en una mujer completamente perdida en lo que hace.

Me aseguro de limpiar rápidamente los pinceles y los dejo a un lado de la cama junto con las pinturas.

—¡Esto es injusto!— la escucho gritar a la rubia. Pocos segundos después, Nik ingresa al cuarto con la rubia descarada sobre su hombro—¡Tengo derechos!

—los pierdes por huir de nosotros, revoltosa— le responde él, para luego darle un palmetazo en el culo cuando se retuerce—¡Quédate quieta!

—abogado...—Nik se gira y puedo ver el rostro de la chica, enfurecida en mi dirección— deberías defenderme.

—lo siento, amor, pero estoy a favor de darte un castigo—le digo sonriendo. Ella refunfuña algo que no escucho y Nik la deja caer sobre la cama, donde rebota— pienso que estas demasiado limpia y tal vez deberíamos ensuciarte un poco con pintura— sugiero.

—¡No te atrevas!— me apunta con un dedo.

Nik la retiene, subiendo a la cama con ella.

—no apuntes, Gemma. Eso es grosero.

—es cierto, nena— me acerco a ella y tomo su rostro— deja de ser grosera.

—tú eres grosero.

Nik pone los ojos en blanco.

—ahora, estás siendo descarada— le dice mi amigo— termina de quitarte la ropa.

La veo qlzar el mentón de forma obstinada.

—¿Por qué no me la quitas tú?

—con gusto— volteo a buscar algunas cosas mientras Gemma se queja de las atenciones de mi amigo— nena, quédate quieta.

—oblígame.

—demonios, rubia, te lo estás buscando— escucho un par de palmetazo y sé que Gemma se ha ganado algunos azotes, por cabrona.

Elijo con cuidado las cosas que planeo usar en ella y regreso. Nik esta terminando de atar los brazos de la chica sobre la cabecera y me río porque le ha puesto una mordaza y Gemma echa chispas de enojo por los ojos.

—eres preciosa incluso cuando finges estar enfurecida— le digo. Ella se retuerce y frunce el ceño mientras masculla inentendible que estoy casi seguro de que son insultos— tal vez deberiamos terminar de cabrearla y no volver a hablarle en español— le hablo en ruso a mi amigo y él sonríe.

eso suena bien, ¿Qué planeabas hacer con esos pinceles?

—torturarla un poco— digo lentamente— y tal vez pintarla.

—ella luce como si fuera a matarnos— se burla Nik, mientras pasa su mano por la mejilla de Gemma, para luego descender hasta su pecho— creo que fue buena cosa atarla.

Barroco | SEKS #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora