Oh, mierda.
No se suponía que los defensores de la ley fueran a arrastrarme hasta una de las mesas de bondage. ¡Dijeron que empezaríamos por algo tranquilo!
Atarme y restringirme por completo no parece algo tranquilo.
—entonces, mascota— Andrei me da una sonrisa socarrona mientras, asumo, ve que el nerviosismo comienza a llenarme.
Estar nerviosa por una escena es algo esperable y aceptable. Tener miedo, terror, no. La ansiedad y la expectación mantienen las cosas interesantes.
—¿Algo que quieras decir antes de empezar? — completa Nikolai, poniendo una mano sobre el tirante del top.
—no, señor.
La sumisión se apodera de mí y mi mente y mi cuerpo reconocen que frente a mí, hay dos amos que podrían darme lo que quiero.
No, lo que quieres no, lo que necesitas.
—bien— Andrei pone su dedo índice dentro del cuero del collar con dije verde que rodea mi cuello y me acerca a él— planeamos hacerte muchas cosas, mascota— sonríe— llevamos viéndote hace bastante, ¿Lo sabes?
¿Viéndome?
—ponla sobre la mesa, Andrei— Nikolai se aleja, vaya uno a saber dónde y antes de que pueda procesar las cosas, las manos de Andrei me agarren con fuerza por la cintura y mi culo es puesto sobre la cuerina de una de las mesas de bondage— iré a buscar los juguetes.
Mientras Nikolai sale de mi campo de visión, Andrei se asegura de que yo no escape.
—pensé que eso de evitar que los fugitivos escapen era trabajo de los policías— digo.
Tal vez una parte de mi cerebro desea que se harten de mi descaro y decidan que hacer una escena conmigo es mala idea, mientras que por otro lado... quiero ponerlos a prueba. ¿Pueden soportar esto?
—nos gusta intercambiar trabajos de vez en cuando— Andrei desliza su mano por mi clavícula, hasta el cierre delantero del top y comienza a bajarlo. No tengo un sostén, porque el top era lo suficientemente ajustado, así que cuando baja el cierre, mis pechos quedan libres y al descubierto— bonitas tetas, mascota.
Repentinamente, la necesidad de agradarle me invade.
—gracias, señor.
Andrei tira de mi cabello hacia atrás, con el agarre patentado de los amos e inclina su rostro sobre el mío. Puedo ver las pequeñas motas verde oscuro alrededor del musgo de sus ojos y me estanco en ellos, hasta que lo veo sonreír.
—tan bonita, mascota— con la mano que no está aferrada a mi cabello, delinea el contorno de mis labios y se inclina aún más sobre mí.
Quiero que me bese. Quiere sentir sus labios dominando los míos, quiero perderme, dejar de pensar y que él asuma el mando. Andrei finalmente parece leer mis pensamientos y sus labios aplastan los míos. Me derrito. En serio. El hombre sabe besar, sabe hacerlo de forma tal, que mis labios pasan a ser suyos y todo mi cuerpo responde a su control. Una de sus manos ahueca mi pecho derecho y su pulgar e índice presionan mi pezón, sacándome un gemido de dolor que se ahoga contra su boca.
Dolor, dolor, quiero un poco de dolor.
No soy masoquista. Todos somos masoquistas en algún punto, pero a lo que voy es que, no disfrutaría de tener un amo sádico— como Bruno— pero... me gusta un poco de dolor con el sexo. Me gusta que queden algunas marcas y recordatorios de lo que pasó.
Andrei muerde mi labio inferior, mete su lengua en mi boca y acaricia la mía, robándome el aliento, dejándome sin capacidad de pensar.
—Bonitas tetas, mascota— la voz de Nikolai me hace salir de mis propios pensamientos y cuando Andrei deja mi boca, lo miro. Tiene un bolso negro con él y la ansiedad por saber qué cosas están planeando hacer conmigo me invade. El policía se acerca y Andrei se aleja un poco. Lo sigo con la mirada, pero Nikolai aferra su mano a mi mentón cuando voy a girar el rostro para ver qué hace el abogado. Antes de que pueda siquiera enfocar mis ojos en los suyos, su boca se clava contra la mía, besándome.

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Barroco | SEKS #2
RomansaSERIE SEKS, LIBRO #2 Gemma acaba de salir de una relación complicada y está dispuesta a dejar todo el dolor atrás y seguir adelante, sin involucrarse en serio con nadie más. Nikolai y Andrei no están dispuestos a escuchar protestas cuando ponen sus...