Extra 1

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Gemma, Andrei y Nikolai van a Rusia.

(Esto sucede después del juicio, antes del epílogo.)

No puedo creer que realmente estemos subiendo a un avión con destino a la Madre Rusia.

Cuando hice la lista de deseos con los peques, a comienzo de año, no escribí en ninguna parte que quería encularme con dos rusos fetichistas, que me llamen por un apodo cariñoso y que castraran al hombre que me hizo daño, pero heme aquí, siendo escoltada por los compatriotas de Putín hacia un avión en el que estaremos encerrados...

—¿¡Trece horas?!— chillo.

—Gemma, por Dios, baja la voz— me advierte Andrei.

Lo escucho resoplar mientras los tres nos quedamos en la sala de espera del aeropuerto. Nunca he subido a un avión, porque jamás he dejado el país, así que estoy bastante nerviosa por eso.

—Iré a comprar café— digo, suspirando.

—Gemma, estás sobreexcitada, no deberías...— comienza a decir Nik— ni siquiera sé por qué demonios me gasto en decirlo, si vas a tomar café de todos modos— resopla— quédate aquí, iré yo.

—olvídalo— resoplo— la última vez que fuiste, Meghan te dio su número.

—¿De qué demonios hablas?— frunce el ceño. Luego, una sonrisa cubre sus labios— ¿Aún estás celosa, nena?

—no quieres que la pobre chica vuelva a sufrir de mis llamadas—le advierto, señalándole con un dedo— no quieres eso, Nik.

Él atrapa mi mano y me mira con cansancio.

—ya no te soporto.

—yo tampoco— lo secunda Andrei.

—mentirosos, ustedes me aman.

—¿Estamos a tiempo de dejarla aquí e irnos a Rusia sin ella?— masculla Nik— ¿Quién la aguanta trece horas en un vuelo?

—quizás podamos pedirle algún sedante a las azafatas— murmura Andrei, pensativo— o amordazarla, nadie dirá nada. Podemos fingir que es una enferma mental que necesita dos guardianes.

—Abogado, ¿Te despertaste del lado gracioso de la cama?

—No lo sé, ¿Tú cómo te despertaste, bonita?

—medio aplastada por tu culpa y la de Nik— digo en un resoplido— iré a comprar café.

—por Dios, Gemma, ya no te soporto— el hombre de ojos verdes me mira— yo iré, ¡Y espero que Meghan me de su número!

—bastardo— mascullo, antes de que Nik me de una mirada severa por llamar así a su amigo y luego, me señala los bancos donde estábamos sentados antes de la situación meghan, café, celos y censuremos a la pobre rubia— Andrei ni siquiera sabe cómo me gusta el café.

Nikolai me observa callado y yo me muerdo la lengua para no decir nada más. Lo cierto es que desde que salimos del juzgado, porque hoy ha sido el juicio contra Álvaro, tengo una sensación de paz tan inexplicable, que todo el nerviosismo que me ha carcomido estos meses, desapareció por completo al saber que estaré librada de ese hijo de puta por al menos diez años.

Sé que debo regresar de Rusia y conectarme con la realidad, pero verdaderamente es cierto los que el dúo dijo, sobre necesitar unos días desconectados de la realidad.

—¿En qué estás pensando?— Nikolai me observa y yo sonrío.

—¿Iremos al Museo Pushkin?— le pregunto— porque ustedes deberían saber que querré recorrer cada museo que hay en Moscú... y hay muchos— le digo— ¡Oh! ¿Sabías que la arquitectura de Moscú tiene mucha influencia del Barroco? Dame esos cinco.

Barroco | SEKS #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora