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Los días pasan con una tranquilidad que es inquietante y no puedo decir nada en contra de mi rutina, hasta que una lluvia torrencial me ataca a la salida del trabajo. Lo cierto es que Andrei y Nikolai están trabajando y los taxis no suelen trabajar cuando hay tormentas, así que me quedo dentro del museo hasta que el nivel de agua desciende un poco y puedo caminar.

No me importa mojarme, pero para cuando llego a la casa— a la que tardo casi veinte minutos caminando— mi cuerpo está tembloroso. Estoy empapada de pies a cabezas y no es una humedad agradable... si saben a lo que me refiero.

Así que cuando llego a la casa, planeo darme un baño caliente, hasta que veo a Skol pegado a la enorme pared de vidrio, esperando para entrar a la casa. Una parte de mí se ha resignado a vivir con el reptil, pero sigo manteniendo mis distancias con él.

—Skol, necesitamos una tregua— le hablo— abriré la puerta y tú solito te irás al terrario, ¿Bien? Te llevaré gusanos para la cena, ¿No te agrada la idea?— Skol me mira como si fuera estúpida y yo me resigno a que hará lo que él quiera, así que abro la puerta y el reptil prácticamente corre dentro de la casa— al menos límpiate el barro de las patas, sucio— mascullo— mientras me quito los zapatos y entro.

Cuando estoy dentro, comienzo a estornudar como si una gripe me hubiera poseído y sé que la maldición de todos los años está a punto de cumplirse. ¿Qué maldito problema tiene el clima con mi cumpleaños, eh? Es increíble como todos los días previos a mi aniversario de natalicio, la lluvia parece decidida a joder mis planes.

Sin importarme mucho el resfrío que parezco haber pescado, camino hacia la habitación y me encierro en el baño que parece el menos favorito del animal y en donde menos posibilidades tengo de cruzarlo. Me desnudo y poco después, estoy bajo el agua caliente que ablanda mis músculos agarrotados por el frío. Cuando ya estoy relajada, salgo hacia la habitación y luego de secarme el cuerpo, me pongo un pijama. No es para nada sexy, ni atrevido ni nada, pero tiene dibujos de barbie y me lo han regalado los peques, así que le tengo cariño y además, es abrigado. Así que me viene de maravilla.

Salgo de la habitación, rezandole a Caravaggio para no encontrarme con Skol en la cocina y suspiro de alivio cuando no lo veo merodeando por allí. Me preparo una taza de café y pongo algo de música en mi portátil mientras termino con algunos mails pendientes del trabajo.

Cerca de las ocho de la noche, Nik escribe en nuestro grupo de WhatsApp diciendo que ya están regresando y yo comienzo a preparar la cena. Lo cierto que la convivencia con ellos es un tira y afloje respecto a mi lugar en la casa, porque, por un lado quieren que me sienta como si nada pasara, pero otro lado, cada vez que planteo que me siento como un florero y que al menos debería poder cocinar o aportar económicamente, es como si dijera que estoy enamorada de Hitler.

Así que, sabiendo que ellos están regresando, comienzo a preparar la cena. Skol está en la entrada de la cocina y yo lo siento como un asesino en serio a punto de clavarme un cuchillo, así que no tengo mejor idea que mirarlo y decir:

—mantente lejos del horno o tal vez te confunda con el pollo.

Luego de eso, se va.

Já. Camaleón tonto.

Algo de música clásica llena el ambiente mientras corto algunas verduras para hacerlas asadas junto con el pollo y cerca de las nueve de la noche, los rusos llegan. La comida está casi lista y sólo me falta acomodar los utensilios para cenar y debo detenerme algunas veces para estornudar.

Definitivamente, caminar bajo la lluvia no fue buena idea.

—hola, amor— ni siquiera me sobresalto cuando ellos entran a la casa y Andrei se acerca para besarme.

Barroco | SEKS #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora