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¿Se acuerdan del cumpleaños de Demian en Sinestesia? ¡Acá va otro punto de vista! (Bueno, la previa por ahora) 

¡Espero que les guste!

El día del cumpleaños de Demian llega con demasiada rapidez. Luego del asunto "conejita mordiendo zanahorias", el dúo y yo tuvimos una escena que me dejó abrumada y, al igual que el día anterior, me llevaron a mi departamento y se quedaron conmigo hasta que estuve completamente compuesta.

El lunes, el martes y el miércoles son monótonos y mi ansiedad va en crescendo. Cada vez se me está haciendo más difícil controlar la sensación de vacío que me queda luego de las escenas con Nikolai y Andrei y, para el miércoles a la noche, estoy prácticamente sin uñas.

Me dejo caer en mi cama luego de darme una ducha bastante extensa. He tenido un día de mierda y, a la vez que me replanteo mi relación con el dúo, me replanteo mi relación con el museo.

Bueno, el museo no me ha hecho nada. El polla flácida de mi jefe sí. Álvaro ha sido un dolor en el culo, al punto tal de acorralarme en la esquina del café de la sala de trabajo. Si Ana no hubiese aparecido, no sé qué hubiera pasado y ni siquiera quiero pensar en eso.

No suelo tener problema en poner en su lugar a los imbéciles que piensan que por ser mujer o tener un coño, tienes derecho sobre mi cuerpo, pero aquí está en juego el trabajo que amo y tal vez, decidí aguantar más de lo que debería.

No sé qué tanto más voy a soportar por conservar el empleo en el museo.

Una vez fuera de la ducha, me entretengo poniendo una buena variedad de cremas para hidratar mi piel y pinto las uñas de mis pies. Busco mi teléfono para poner algo de música y veo que tengo un mensaje de Demian, recordándome que mañana es su cumpleaños y que, de no ir, hablará con unos dominantes que conoce para que se ocupen de mí. Dice que habrá pileta y que debería llevar traje de baño.

Como la mujer ansiosa que soy, preparo un bolso con una muda de ropa extra, un neceser con mis cosas personales— el cepillo de dientes, un peine y tampones, aunque mi anticonceptivo prácticamente anuló mis menstruaciones— y cuando todo está listo y mi ansiedad está bastante más controlada, me meto en mi cama.

Sin embargo, no puedo dormirme. La cama se siente vacía, me siento sola y de nuevo, la analogía de la carretera resbaladiza encaja perfectamente con cómo me siento en este momento.

Resoplo y decido que le daré algo de entretenimiento a mi cuerpo para que se canse y pueda dormir. Encuentro mi vibrador— que no he usado en bastante tiempo— en uno de los cajones de mi mesa de noche y me aseguro de que las baterías funcionen antes de dejarlo a un lado de mi cuerpo. No pienso apresurarme, voy a tomarme mi tiempo, porque creo que alcanzar un orgasmo es un arte.

Arte de uno solo o un trabajo en conjunto, pero es un arte.

No me malinterpreten; los polvos rápidos y descuidados son preciosos, pero tomarme mi tiempo para conocer y explorar mi propio cuerpo me parece algo tan importante como saber las cosas que le gustan a mi amo.

Debo agradecerle esa lección a Andrew.

Humedezco mis dedos antes de comenzar a jugar con mis pezones, rodándolos entre mis dedos. Los pellizco un poco, calentándolos hasta que la piel se siente hinchada y pesada y bajo mis dedos por mi abdomen hasta ponerlos entre mis piernas. Mantengo una de mis manos jugando con mi pezón izquierdo mientras mi mano derecha encuentra mis pliegues. Usualmente, mi mente queda en blanco cuando me masturbo; no es que piense en escenas pornográficas o recuerdos de algunas escena, simplemente dejo que mi cuerpo sienta, pero hoy mi mente visualiza dos cuerpos fornidos cubiertos de sombras, que tocan mis brazos y piernas y que aprietan cada botón erógeno en mis músculos.

Barroco | SEKS #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora