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Andrei

Nikolai y yo compartimos una mirada por encima de la cabeza de Gemma, que se encuentra entre nosotros, con las piernas abiertas por la barra de metal que mi compañero ha puesto abrazada a sus tobillos y sus manos en perpendicular a su torso, en la equis de madera.

Sonrío, disfrutando del gesto relajado de sus ojos mientras jugamos con ella. Lo cierto es que es imposible negar que entre los tres se formó un vínculo bastante fuerte y luego se jodió... y ahora estamos reconstruyendo sobre una base un poco más sólida que al principio.

Gemma cae en un subespacio profundo mucho más rápido ahora, porque ya ha tenido emociones fuertes hoy y algo se estruja en mi pecho al ver la confianza con la que se entrega a nosotros. Nik se acerca a ella por detrás, para murmurar algo cerca de su rostro y yo veo a la conejita rubia y revoltosa asentir lentamente, aunque estoy seguro de que ni siquiera está plenamente consciente de lo que está sucediendo.

Me acerco yo también, viendo las líneas rojas producidas por el flogger en su piel clara y la polla tira de mis pantalones cuando veo sus labios entreabiertos y sus ojos cerrados, en éxtasis.

La sumisa descarada parpadea levemente y sus orbes azules se enfocan brevemente en los míos antes de volver a cerrarlos.

—bonita— levanto su mentón— mírame— ella parpadea y sus ojos quedan entornados en mi dirección— ¿Necesitas tu palabra?

Gemma niega con una sonrisa leve en sus labios.

—ustedes realmente se parecen al Miguel Ángel del David pero con las pollas más grandes.

Contengo la risa.

—¿No es el David de Miguel Ángel, conejita? — bromea Nikolai, tirando del cabello de Gemma hacia atrás.

—realmente eres ternura pura cuando no estás siendo bravucona, amor— sostengo su mirada por unos segundos antes de soltar su mentón— mi polla se siente halagada.

—no soy bravucona— niega.

Nikolai y yo compartimos una mirada divertida antes de comenzar a desatarla. Lo cierto es que hemos presionado bastante sus botones hoy y la hemos follado hasta el agotamiento. La hemos vuelto a poner en la equis luego de que a la señorita respondona se le ocurriera ponerse a provocarnos, luego de haber terminado la escena de ejemplo para el dominante nuevo, que necesitaba un poco de ayuda.

Los brazos de la conejita caen sobre mis hombros y la veo hacer una mueca. La sostengo contra mí mientras Nik quita las restricciones en sus piernas.

—Gem— ella me mira lentamente— ya hemos terminado por hoy.

—pero...

—sin peros, mascota— Nik se pone a mi lado y la mira a los ojos. Gemma pretende lucir enfadada pero es un gesto entrañablemente dulce.

—ustedes son malos.

—y tú eres una descarada.

—ya no se parecen al David, ahora lucen como Baco.

—no sé quién es Baco, conejita, pero lo buscaré y si no me agrada, azotaré tu culo— le gruñe Nik.

Yo me río.

Nos lleva un rato que la sumisa rebelde regrese en sí por completo, pero una parte de mí, desea que no lo haga y mantenga sus defensas bajas siempre. Me agrada la Gemma bravucona, respondona y descarada, pero también me atrae la Gemma vulnerable y dulce en la que se convierte cuando está completamente ida.

Barroco | SEKS #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora