Hay una mano entre mis piernas que está haciendo leves círculos sobre mi clítoris mientras otra se ocupa de dejar caer algunas gotas de cera cerca de mi pecho. No sé si están haciendo un patrón o si tiene algún tipo de orden, pero lo cierto es que el ardor instantáneo que produce la cera y el placer que me dan entre las piernas, me está arrimando poco a poco a la locura.
Luego, quitan los pedazos de la vela ya endurecida y comienzan de nuevo. Me retuerzo cuando la dejan caer sobre las zonas más sensibles de mi cuerpo y contengo la respiración.
Siguen estimulandome y tocándome, mezclando el dolor con el placer hasta que todo se hegemoniza y se vuelve demasiado intenso.
Mantengo mis manos cerradas con tanta fuerza, que las uñas se clavan en mis palmas. Las sogas raspando la piel sensible de mis muñecas y aunque tiro, no puedo soltarme de ellas.
Una mano golpea sin mucha fuerza la cara interna de mi pierna y chilló.
—quedate quieta, Gemma.
—no puedo— me retuerzo cuando vuelven a enterrar sus dedos en mi interior— por favor...
—¿Qué es lo que quieres, nena?
Malditos bastardos. ¿Piensan que voy a suplicar?
—quiero correrme, por favor — respiro entrecortadamente—¿Puedo correrme?
—no puedo decirle que no cuando habla de ese modo— dice Nikolai.
—yo creo que deberíamos hacerla esperar más— le responde Andrei.
Maldito sádico.
Me dejan en el borde del orgasmo durante una eternidad, hasta que soy una masa temblorosa, sudorosa y caliente que no deja de suplicar para acabar.
Antes de que pueda hacerlo, se detienen por completo. Mi corazón está tan acelerado y estoy tan abrumada, que cuando quitan la venda de mis ojos, debo parpadear varias veces para enfocar la vista.
Ambos están sin camisa y sus pieles relucen en la habitación levemente iluminada.
Nikolai se sienta sobre la cama, contra el cabecero y pocos segundos después, estoy sobre él. Lo veo tomar un condón de la mesa de luz y se lo pongo antes de que lo haga por si mismo. Clava sus manos en mi cadera y me acomoda sobre su polla. Mi cuerpo está tan sensible que la intromisión repercute en todas mis terminaciones nerviosas.
Las manos de Andrei, mientras tanto, se pasean por mi espalda y tiran de mi cabello hacia atrás, exponiendo mi garganta. No hacen nada con esa parte de mi cuerpo, sin embargo, aunque creo que no me importaría porque no hay absolutamente nada que pudiera opacar el placer que estoy sintiendo ahora.
Su boca encuentra la mía y su polla se desliza entre mis piernas, aunque no me penetra.
—¿Gem?— habla cerca de mi oído y me recuesto contra él mientras Nikolai se mueve en mi interior— tenemos que hablar, nena.
—no, no... — jadeo, con una mezcla entre placer y la necesidad de aclarar mi mente— nada de charlas en mi cumpleaños.
—es algo importante, nena— añade el policía. Su voz es ronca y sus ojos están clavados en los míos.
—tenemos que preguntarte algo— insiste el abogado.
Cierro los ojos, sintiendo como todo el calor se acumula en mi vientre y Nikolai arremete con fuerza, hasta que me corro y él hace lo mismo. Me dejo caer contra él, apoyando mi cabeza contra su hombro e intento respirar profundamente.
—aún no hemos terminado contigo— dice cerca de mi rostro.
Andrei tira de mi cuerpo hacia él y para cuando quiero aclarar mi mente, estoy sentada sobre él pero de espaldas a su pecho Sus brazos me rodean y marcan el ritmo de las embestidas, mientras Nikolai se pone de rodillas frente a mí, atrapando mis senos en sus manos.
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Barroco | SEKS #2
RomanceSERIE SEKS, LIBRO #2 Gemma acaba de salir de una relación complicada y está dispuesta a dejar todo el dolor atrás y seguir adelante, sin involucrarse en serio con nadie más. Nikolai y Andrei no están dispuestos a escuchar protestas cuando ponen sus...