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Siento que este es uno de los capitulos más lindos, no sé por qué <3

—Gemma, ¿Tienes los papeles de las transferencias de las obras? —levanto mi cabeza en dirección a la jefa del museo, que está por encima mío y de Álvaro.

—si, las estoy terminando—murmuro— se las llevaré cuando termine.

Ella sale de mi espacio de trabajo y yo me froto el rostro, bastante cansada. Una vez que las malditas transferencias están firmadas y resueltas, soy libre de irme.

Aún faltan algunas minutos para las seis— hora en la que Nik vendrá — y me tomo este tiempo para ir a ver mi obra favorita. Comencé a llamar a la pintura misteriosa como La sumisa, porque no se me ha ocurrido mejor nombre para lo que representa. La observo, detallando nuevamente todos los trazos perfectamente hechos en óleo y suspiro. De algún modo, me transmite paz y me ayuda a relajarme antes de verme con el policía.

Para cuando las seis y cinco llegan, yo estoy más que dispuesta a soltarle mi discurso bien ensayado durante todo el día y lo repaso nuevamente antes de buscar mis cosas y salir por la puerta principal del museo.

Sin embargo, cualquier instinto de confrontación desaparece de mí cuando me acerco a su coche, contra el que él está apoyado y veo su rostro.

Me quedo quieta, conteniendo la respiración.

—¿Qué demonios te ha pasado?

—hola, conejita— da un paso en mi dirección y puedo ver en detalle el golpe en su mejilla. Está de un color violáceo y ciertamente es de las últimas horas, porque hoy por la mañana no lo tenía— solo es un golpe— le resta importancia.

—te han dado un puñetazo— jadeo. Cuando veo que abre la boca, me apresuro a decir— ¡No me digas que son gajes del oficio!

—pero lo son, Gemma— me dice suspirando.

Cruzo los brazos, mirándolo por unos cuantos segundos antes de caminar en dirección al coche, callada— amor...

—no me digas amor— siseo, soltandome de su agarre.

—dijiste que querías hablar conmigo— me recuerda— tengo el leve presentimiento de que estas cabreada por algún motivo.

—si presentimiento es leve, dejame decir que tu sensor está fallando— evito mirar su rostro, porque sé que mi enojo se vería reemplazado por angustia.

¿Es tonto que esté enojada con él por ponerse en peligro?

—entonces hablemos— dice. Pone su mano en mi brazo y abre la puerta del coche— no sé qué es lo que te tiene tan enfadada, nena, pero tú y yo hablaremos largo y tendido hasta que eso esté resuelto.

Una vez que estoy dentro del coche, él lo rodea y se sienta frente al volante—¿Quieres tomar un café o...?

—hay un parque a unas cuadras de aquí— digo, pellizcando el puente de mi nariz— y lo siento, no estoy... cabreada— digo en un mascullo.

Nik no tarda mucho en conducir hasta el parque que dije y cuando llegamos, ambos salimos. Me aseguro de dejar mi teléfono en el coche porque no quiero interrupciones y una parte de mí se alivia al ver que él hace lo mismo.

Camino en dirrección a un árbol, que da un poco de sombra y antes de dejarme caer en el césped, me quito los zapatos. Nikolai me mira con una ceja alzada, pero no dice nada y se sienta, enfrentado a mí. Comienzo a arrancar pedazos de cesped verde a mi alrededor, jugando con eso, mientras reúno coraje y acomodo las palabras en mi boca.

—no soy buena dando discursos ni hablando ni... haciendo estas cosas— le digo— pero sé que si no lo hablo, será peor.

—te escucho.

Barroco | SEKS #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora