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maratón 3/3

Si no les da un paro con este capítulo, hice las cosas mal. <3

—es increíble lo mucho que cambió tu humor con tus sobrinos— empieza diciendo Andrei, girándose levemente en el asiento para mirarme a la cara.

—son seres de luz, ¿Qué puedo decir? — respondo inocentemente, teniendo la sospecha de que esto llevará a una charla más allá de mis sobrinos— son seres de luz.

—niños encantadores— concuerda el policía.

No pasan muchos segundos antes de que pregunten:

—¿Cuál es el problema con tus padres, amor?

—no hay un problema con mis padres— digo honestamente— realmente no lo hay— insisto— mis padres y yo tenemos una relación cordial, pero no somos tan cercanos— murmuro— Jessica es mayor que yo por trece años y honestamente ella prácticamente se ocupó de mí mientras crecíamos— aclaro— pero no tengo algún tipo de problema con mis padres.

—¿Entonces por qué no quieres verlos?

—no dije que no quisiera verlos, solo dije que no es el momento— murmuro— no sabemos qué... qué hará Alvaro y tener a toda mi familia alrededor no me tranquiliza precisamente.

—¿Por qué?

—porque no sé qué planea hacer— digo— y que me haga algo a mí pues... vaya y pase, pero que intente algo con ellos...

—Gemma, él no va a hacer nada— dice Nik— no va a acercarse ni a ti ni a tu familia de nuevo.

—¿Y qué hay de ustedes?— pregunto, sintiendo un nudo en mi garganta— ¿Crees que un tipo como él, que depende tanto de su ego, se tome a bien que lo hayas golpeado?

—yo no diría golpear, precisamente— suspira Andrei— Gem, tal vez esto no suene tan bien pero deberías estar tranquila de que Alvaro no podría hacerte daño por ahora— me mira— Nik lo envió al hospital.

—¿Tú hiciste qué?

El policía hace una mueca y mira con algo de enfado a Andrei.

—no le digas esas cosas.

—intento tranquilizarla.

—oigan— me incliino entre los asientos— ¿Relamente... realmente lo enviaste al hospital?

Puedo ver la tensión en el rostro de Nikolai antes de responder.

—si, nena.

Algo de miedo me recorre.

—mierda, Nik...

—cuida tu vocabulario— me gruñe.

—¡Va a matarte cuando salga!— escupo— creí que solo lo habías golpeado un poco.

Andrei resopla.

—rompió su mandibula en tres partes y fisuró sus costillas— dice.

—Andrei, ¿Quieres callarte?

—ella tiene que saber— señala el abogado— además, deberías sentirte más segura sabiendo que ese hijo de puta no podrá hacer nada.

—claro— digo con la voz temblorosa y enojo— me siento mucho más tranquila sabiendo que ahora, además de querer lastimarme por robar su empleo, querrá ir tras ustedes por darle una golpiza.

—no somos niños, Gemma, podemos defendernos.

—¿Confías en nosotros?

—¡No hagas preguntas manipuladoras, Andrei!— le chillo.

Barroco | SEKS #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora