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Es un capítulo bastante largo y espero que les guste <3 

El domingo es tranquilo. Estoy con mis sobrinos y me concentro en olvidar toda la situación de anoche.

Cuando llegué a la casa de Jessie, me bañé y froté mi cuerpo tratando de borrar el perfume masculino de mi piel pero no pude sacarlo de mi cabeza. Fue increíble el modo en que interrumpieron mi escena con Ken, me castigaron por no haberla detenido yo misma y luego, me follaron. Ambos.

Resistirme —intentar resistirme — a ellos es una completa estupidez, porque es obvio que vieron más allá de mi bravuconería y mi boca descarada. Vieron a la sumisa que busca someterse y que necesita de eso para sentirse plena y eso, sencillamente, me aterra.

No estoy segura de querer involucrarme con ellos, por la facilidad con la que pueden manejarme y por cómo, con la misma facilidad, todo podría desaparecer.

Para cuando el lunes llega, yo estoy bastante más tranquila, porque luego del trabajo iré a firmar el contrato de alquiler del departamento que elegí con Jessica y me siento contenta por poder dejar el colchón tirado en la sala de estar de mi hermana.

En el trabajo, no puedo quejarme. Álvaro no se apareció y la mañana fue bastante tranquila. Para la hora libre del almuerzo, me consigo un café y camino por el museo, hasta detenerme en mi otro lugar de paz, frente a una pintura que amo. Es de un anónimo y no tiene título, pero es de la época barroca por sus colores y la composición. La obra siempre me llamó la atención, por algún motivo, porque no se llegan a distinguir todos los cuerpo —que hay al menos tres— por la técnica del claroscuro pero puedes ver cuatro manos tocando un cuerpo y por primera vez... las manos de Andrei... las manos de Nikolai...

—¿Gem? —Ana me saca de mis pensamientos pervertidos—sé que es tu rato libre, pero, ¿Te importaría decirme de dónde sacaste los datos de la obra de Velázquez?

—conseguí un contacto en el Museo del Prado—le digo—escaneó algunas hojas de unas enciclopedias de Velázquez y me lo pasó—le explico—te las enviaré al mail.

—¿Conseguiste un contacto?

—si, lo hice.

Soy tenaz y bastante testaruda. Cuando me propuse conseguir información sobre una obra de Diego Velázquez, sabía que no podía ir al museo del Prado, así que insistí, agoté mis recursos y conseguí hacerme amiga de un trabajador del sector de restauraciones, que escaneó hojas de un libro para mí.

—¿Cómo hiciste eso, Gem?

—perseverancia —le digo sonriendo y luego, bebo un poco de mi café.

—siempre vienes aquí para el almuerzo—ella mira la obra anónima frente a nosotras y me sonríe—¿Qué es lo que te gusta?

—supongo que es el mitisismo entre lo erótico, lo oculto y la desnudez —me encogo de hombros— es una mujer desnuda con dos pares de manos encima y no distingues quienes son—murmuro— no se sabe si la están atacando y violando o si es un juego del que ella participa. No puedes distinguir si la atacan o la salvan.

—todo eso sacaste de una obra anónima—me dice.

—todas las obras de arte tienen una historia, Ana— le digo— todo tiene un por qué, un cómo, un cuándo y ciertamente, un quién— suspiro—aunque en este caso no sepamos de quién es, ni el cómo, ni el cuando... todo eso está allí.

—realmente estás obsesionada con esta pintura, ¿No es así?

No es que esté obsesionada, pero ciertamente estoy atrapada por ella. Tiene algo que hace que cada vez que la vea, encuentre un detalle nuevo. Hoy noté por primera vez un ligero pliegue en el costado del cuerpo femenino, muy oculto en el juego de oscuridad en esa parte de la pintura.

Barroco | SEKS #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora