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Gracias por darle una oportunidad, por leer y por siempre ser tan respetuosos con los comentarios. 

Para quienes preguntaron, Barroco comienza unos días después que Sinestesia, por lo que, a medida que avancen los capítulos, también verán avances de esa historia.

Sin más, espero que les guste este primer capítulo.

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CAPÍTULO UNO

—Entonces...

—Yo...

—Nosotros...

Demonios, esto es incómodo.

—Creemos que lo mejor es terminar, Gemma—la voz de Iván es firme y no hay ni una pizca de dolor.

—Asumo que ahora es cuando queda claro que siempre he sido el tercio suelto en esta relación—carraspeo.

Ambos me observan. Los ojos celestes de Dante y los oscuros de Iván lucen tranquilos, como si no estuvieran rompiendo la relación de más de un año que llevamos.

¿Un año? Sí, un año, demonios. Ni siquiera sé cuándo pasó el tiempo. Les tomé cariño, claramente. No sé si me enamoré de ellos, porque todo empezó de forma difusa pero es imposible no acostumbrarte a dos personas con las que duermes todos los días.

—Sabes que te queremos pero... —Iván vuelve a hablar. Siempre ha sido el de más carácter.

—¿Tú qué opinas?— miro a Dante, tratando de entenderlo. Me llevó muchos meses comprender qué pasaba por su mente y sin embargo, en este momento, siento que las personas frente a mí son desconocidas.

—Creo que ya ha sido suficiente—murmura.

—¿Hice algo que los molestó? —les pregunto, intentando entender qué es lo que falló entre nosotros.

Las cosas iban bien, al menos hasta hace uno o dos meses cuando empecé a sentirme apartada. De todos modos, no lo tomé como algo personal porque ellos ya eran una pareja desde antes y entiendo que hay más confianza o... algo entre ellos.

Yo solo fui un complemento agregado.

Realmente fue así: se suponía que sólo serían algunas escenas en el club que los tres frecuentamos, pero terminamos en una relación.

—No, pero...—Dante se calla y mira a Iván, como siempre, buscando la aprobación del dominante en la relación. Yo suspiro.

Cuando empezamos con esto, entendí que las cosas serían así y lo acepté. Teníamos una dinámica bdsm en el cuarto e Iván era el sujeto dominante. Yo lo desafiaba... a veces. Me gustaba molestarlo y hacerlo enojar. Especialmente porque eso significaba que las cosas se ponían más intensas y mi cerebro se metía de lleno en eso. Se suponía que eso nos gustaba a los tres; él querría una excusa para castigarme y yo lo provocaba, porque me gustaba un poco más de rudeza en el sexo. Sin embargo, parece que las cosas no funcionan así aquí O no me estaría dejando como lo están haciendo.

Dante e Iván me están dando la patada.

—Bien...—carraspeo, suprimo las lágrimas de rabia y acomodo los mechones rubios detrás de mis orejas e intento ser operativa—. Necesito un par de días para poder llevarme mis cosas.

—Claro—Iván da su primer gesto de empatía en lo que va de la tarde.

—Gemma... —Dante se calla y yo quiero gritarle. No sé si lo merece, pero quiero hacerlo.

Barroco | SEKS #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora