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Sé que sigue siendo de noche cuando me despierto, porque el sol no está molestándome en la cara como cada mañana. El calor de un cuerpo se pega a mi espalda y me relajo contra él, pero siento uno de mis lados vacíos y parpadeo, notando que sólo Nik y yo estamos en la cama.

Quito el brazo del policía de mi cadera y me deslizo fuera de la cama, para tantear en el suelo hasta encontrar mi camiseta, la que he usado antes y me la echo por encima del cuerpo antes de dejar mi habitación, con intenciones de ver dónde se ha metido el abogado. No está en el baño o en el otro cuarto, así que busco en la cocina. Lo encuentro finalmente en el balcón, sentado en uno de los sillones exteriores, usando solamente su ropa interior. Tiene un cigarrillo entre sus dedos y yo hago una mueca, porque sé que él no suele fumar mucho, a menos de que esté estresado.

Antes de salir, agarro una manta que estaba en una de las sillas interiores para cuando me gusta salir al balcón de noche y salgo. El hombre no se percata de mi presencia hasta que carraspeo y levanta sus ojos a los míos.

—hola— murmuro— ¿Está todo bien?

Él asiente lentamente y recompone su gesto rápidamente.

—¿Por qué no regresas a la cama, bonita?

Intento bromear.

—si... se siente extraño dormir con un solo hombre— me encojo de hombros— ¿Puedo hacerte compañía? — cuando asiente, estiro la manta en su dirección— por mucho que me guste la vista, no creo que mis vecinos lo disfruten.

—son las cuatro de la mañana.

—siempre hay algún pervertido observando— digo. Camino con intención de sentarme en el otro sofá, pero me atrapa sobre sus piernas antes de que pueda alejarme. Nos cubre a ambos con la tela suave y yo me acurruco contra él, sintiendo como su pecho se hincha cuando inhala el cigarro— ¿Qué te preocupa? — cuando él niega, yo suspiro y cierro los ojos. Nunca he sido precisamente buena con las palabras o los discursos motivaciones. Probablemente, pintaría algo y te lo regalaría, plasmando allí todos mis sentimientos, pero sé que no serviría de nada ahora, así que intento hacer acopio de lo poco que sé y hablo— escucha... sé que... bueno, la mayoría de nosotros cree que las sumisas somos niñas sentimentales y debiluchas y que los amos deben ser barriles de testosterona y masculinidad, pero... también tienen permitido sentirse como la mierda, ¿Lo sabes?

Me da una sonrisa leve.

—¿Barriles de testosterona?

—testosterona rusa— le digo. Su gesto se oscurece un poco y creo entender su línea de pensamientos— ¿Estás preocupado por tu tío?

—un poco— admite— no es una situación fácil, nena— carraspea.

—¿Quieres contarme?

—es alcohólico— dice después de unos cuantos segundos— se ha deprimido luego de la muerte de mi tía y se ha vuelto un borracho— suspira— se ha jodido el hígado y... Viktor, mi otro primo, ha venido hace unas semanas, para hablar con nosotros sobre esto y, pues... Demian decidió ir allí para intentar hacer algo por él, pero... es un hombre terco.

—puedo imaginarlo— murmuro, frotando la punta de mi nariz contra su clavícula— ¿Y tú quieres ir?

—es complicado, porque... Vik y Demian le recuerdan a su esposa fallecida, mi tía, pero yo le recuerdo a su hermana— me dice— Demian y yo somos primos hermanos, ¿Lo sabías? — niego— su madre y mi padre eran hermanos, pero su padre y mi madre también lo eran.

—eso explica el parecido entre ustedes— confieso.

—¿Crees que somos parecidos?

—lo son— determinio suavemente— no solo físicamente, sino que tienen muchos gestos parecidos.

Barroco | SEKS #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora