Capítulo 3.
Bharet Mustly.
Grace Asghari.
Me pegó a su cuerpo para sentir el calor de su piel junto a la mia, ella es sexy… es hermosa.
Desde que la vi en el lobby cuando se estaba registrando quede prendado de su piel, de su postura elegante y de sus finos movimientos al caminar.
Se le nota la posición social al verla, todo lo hace perfectamente coordinado, cada moviendo, cada paso… pero no es solo eso lo que me ha dejado prendado de ella, son sus ojos… sus labios y ese cabello largo que le llega justo donde comienzas sus perfectas y redondas nalgas…
No voy a negar que me la imaginé encima de mí, con el cabello cayendo por su espalda.
Tuve una enorme erección cuando eso sucedió.
¡Rayos!
Verla en la piscina con ese traje de baño negro fue una locura, me he vuelto un acosador… Tanto así que pedí cambio de habitación, y ahora duermo justo al lado de ella, así pude escucharla y masturbarme con sus gemidos.
La perdida de la cordura ocurrió cuando gimió mi nombre.
Amo las paredes delgadas.
Su pierna desnuda se aferra a mi cadera y mi dura erección roza su pelvis.
Sus besos.
Es una locura lo delicioso que besa, sus besos son delicados pero malditamente exquisitos, sus delicadas manos se pasean por mí cuello y por mí cabello.
Acunó su rostro con una de mis manos, rozando mis labios con los de ella.
──Te quiero toda esta semana en mi cama. ──musito haciendo que muerda su labios.
──Cógeme muy duro para que eso suceda. ──lame mis labios y pierdo el control.
Las puertas se abren y la cargo hasta mi habitación…
¡Carajos!
La pretenciosa está en mi habitación.
Vine a Las Vegas por negocios, estoy comenzando una empresa con dos amigos, todos nuestros ahorros están invertidos en esta nueva idea que hemos creado, una aplicación que te lleve a la puerta de tu casa alimentos frescos y 100% garantizados, acá en EEUU ha sido un éxito, un gran éxito.
Me he permitido mejorar mi estilo de vida gracias a ello.
No nací con las cosas puestas en bandeja de plata, mi mamá fue esa inmigrante que tuvo que trabajar limpiando pisos para poner un plato de comida en la mesa, su sacrificio fue tal que llegó a un punto donde cuatro trabajos eran nuestros sustento, sólo fuimos ella y yo… siempre.
Mi padre, bueno, el brilla por su ausencia y nunca me ha hecho falta.
Gracias a ella fui a la universidad, me gradué… y con todo el esfuerzo del mundo, y con miles de sueños por cumplir… aquí estoy en una convención de empresarios buscando esa expansión que buscará catapultar mi empresa… mi aplicación, llevarla a cada rincón del mundo.
Australia… quiero ese país. Quiero conquistar ese terreno, quiero ser el líder en mi negocio, quiero innovar, ofrecer el mejor servicio y tener más éxito.
Todo comenzó en mi pequeña habitación, y hoy en día… pude comprarle una casa a mi mamá y darnos esa vida que tanto deseaba para ambos, ahora… quiero más.
Mucho más.
Lo aprendí de ella, “Tenemos que trabajar duro, Bharet” y eso hago, trabajo duro.
Pero, jamás me imaginé que mis negocios implicarían también noches de placer, y hoy en una de ellas.
Una rubia millonaria e inalcanzable me empuja con todas sus fuerzas alejándome de ella, su mirada viaja por todo mi cuerpo, me come con la mirada.
──Desnúdate para mí. ──ordena haciendo que sonría de oreja a oreja.
──Eres mandona. ──susurro quitando mi saco negro para dejarlo caer en el piso sin quitar mis ojos de ella.
Jamás pensé que una mujer como ella… me mirase.
¡Maldita sea!
Es muy hermosa, y ese acento australiano me hace hervir la piel.
──Si, siempre lo he sido. La camisa… ahora. ──espeta.
Estoy muy duro.
Tan duro que las bolas me duelen, su mirada se nubla cuando mis manos van haciendo un pequeño recorrido a cada botón, dejando al descubierto mi pecho.
──¡Dios! ──jadea al verme.
──¿Te gusta lo que ves? ──asiente ruborizándose un poco.
¿Qué me mantuvo lejos de las calles?
El ejercicio.
Jugué fútbol americano, y Me ejercitaba a diario… aún lo hago.
──El pantalón.
──Estas haciendo trampa, estoy casi desnudo y tú sigues con ese condenado vestido que quiero romper en miles de pedazos.
──Es un Prada, ni se te ocurra… solo haz lo que te digo. ¡Pantalón!
Asiento y obedezco, mi erección presiona con fuerza mi boxer negro, quito mis medias también y aprovecho para masajear mi dura erección.
Mucha tensión.
──Señorita Mandona, me tienes durísimo y con un dolor que ni te imaginas. ──gruño ronco liberando por completo mi erección para que ella vea lo que hace en mí. ──. Quiero ese maldito vestido Prada, en el piso.
Relame sus labios, viendo cómo me masturbo en frente de ella, hace a un lado su larga cabellera, y baja la cremallera de su vestido con delicadeza haciendo que esté caiga al suelo y me muestra su cuerpo completamente desnudo.
¡Desnudo!
¡Carajo!
Condenadas curvas, caderas, senos grandes y provocativos.
Estaba desnuda… no lleva ropa interior.
──¿Vas a cogerme? O ¿Tengo que pedirlo? ──hace a un lado su vestido con su pierna y las separa, para permitirme ver esa pequeña capa de humedad que marca su excitación.
──No vas a querer separarte de mí, en toda la puta semana. ¡Te lo juro!
Me acerco a ella para tomarla por su cintura, la elevó del suelo y se afianza de mis caderas con sus piernas…
──Dime que te cuidas… ──susurro lamiendo uno de sus senos que queda perfectamente ubicado en mi boca.
──Mételo, me inyectó. ──jadea cerrando sus ojos.
──¡Carajos!
Entro en ella de golpe sin darle tiempo a nada, estoy desesperado, estoy nublado en sensaciones, en excitación… me siento un maldito crío que necesita con desesperación, derramarse… acabar.
Sus uñas se clavan en mi espalda y su grito estoy seguro que lo escucho todo el maldito hotel… incluyendo su padre pero me importa una condenada mierda, yo solo deseo disfrutar de su cuerpo.
Una pequeña lágrima corre por su mejilla.
──Lloraras… pero de un increíble placer. ──siseo con los dientes apretados.
──Cógeme… duro y sin piedad. Lo necesito. ──pide moviendo sus caderas.
Grace Asghari… bendita seas entre todas las mujeres.
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Grace Asghari
RomanceVan a juzgarme, lo sé. Van a pesar que soy la peor amiga, eso, también lo sé. Pero, ¿Cómo hago? Él se ha metido bajo mi piel, bajo mi ser... Él me llena, él me place, él me hace ligera y feliz. Pero, sí, está con ella... mientras yo sueño con es...