Lápiz.

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♡•°.: → TodoBaku tratando de devolver un lápiz es tipo...

Una vez, en la academia, Katsuki había olvidado sus lápices en su cuarto, obligándole a tener que pedir uno prestado. 

Como no le gustaba hablar con nadie —mucho menos sus compañeros—, se resignó a pedirle uno a la única persona a la que no le molestaba tanto su presencia.

Por esa época, el cenizo apenas y estaba descubriendo que le gustaba el bicolor, por lo que se ponía de los nervios cuando tenía que acercarse a hablarle, por lo que sea, aunque lo ocultaba con sus gritos y personalidad fuerte.

— Oye, bastardo. — llamó su atención una vez iban entrando al salón, luego de su primera hora de gimnasia, aprovechando que habían sido los primeros en llegar a este.

— ¿Sí, Bakugō? — el hecho de oír su nombre nuevamente salir de los labios del bicolor, hizo que su corazón latiera con rapidez. Miró hacia otra dirección, quedándose de pie junto a su pupitre. El menor estaba en el suyo, también, esperando a que el cenizo respondiera.

— ¿Podrías... prestarme un lápiz? — la actitud tranquila de Katsuki se le hizo algo extraña pero a la vez tierna al bicolor. Sonrió levemente y asintió, buscando una pluma azul que le gustaba mucho cómo escribía. Se acercó hasta el mayor, y se la tendió. El cenizo volteó a verle, y la tomó con cuidado, acelerando aún más sus latidos.

— Gracias. — murmuró.

— No hay de qué. — le respondió Shōto, sin dejar de sonreirle. En ese instante, sus compañeros comenzaron a llegar, así que el menor tuvo que volver a su lugar. Pronto se dio inicio a la clase.

Y así como inició, acabó, tanto esta como el día escolar.

Katsuki se había arreglado con lentitud, de todas formas no le interesaba ir tras sus supuestos amigos, y el bicolor se arreglaba a la misma velocidad.

Cuando estuvo listo, tuvo la intención de acercársele para devolverle el lápiz, pero los amigos del menor fueron más rápidos y lo acapararon apenas y le vieron completamente arreglado para irse.

No se le iba a acercar con ellos ahí, así que tuvo que quedarse con el bolígrafo hasta la cena, donde intentaría pasárselo sin más, o luego ir a su cuarto a devolverlo.

Pero ninguna de estas opciones le funcionó, ya que sus nervios y orgullo le ganaron.

Estuvo así un par de días, los cuales se convirtieron en semanas y luego en meses. Sí, meses.

Con el tiempo fue dándose cuenta de que el bicolor le ignoraba cuando se trataba del lápiz, así que lo tomó como un regalo indirecto. Comenzó a usarlo siempre, como si fuese un amuleto.

Cuando comenzaron con su noviazgo, el menor tampoco lo reclamó.

Hasta el día de hoy.

— Kats. — su voz llamó la atención del nombrado, además del pequeño perro que descansa en las piernas de este. Se encontraba escribiendo en un cuaderno de sospechosa portada y uso, ya que apenas el chico le vio, cerró este y lo dejó boca abajo, viéndose sólo el color; celeste.

— ¿Sí, cariño? — aquella palabra le hizo sonreír. Aún así, buscó con su mirada el lápiz con el cual había estado escribiendo segundos antes.

— Ese bolígrafo es el que te presté en la academia, ¿no? — el mayor bajó su mirada a tal objeto, y luego sonrió.

— Lo es, ¿por qué? — Shōto negó.

— No, nada. — luego se retiró del cuarto, con una sonrisa en su rostro, dejando confundido al cenizo.

Este último miró a la bola de pelos que estaba en sus piernas, para acariciarlo.

— ¿Qué pasará con tu padre? — preguntó en un murmullo, observando por milésima vez en el día su anillo. El pequeño animal levantó su cabeza y orejitas una vez más, para luego gruñir bajo, y volver a esconderse para seguir durmiendo.

Hay se decir que, cada vez que el cenizo se daba cuenta de que la tinta comenzaba a gastarse, se la cambiaba, de esta manera manteniendo intacto aquél objeto que apreciaba.

Al fin y al cabo, jamás pudo devolvérsela. Y tampoco pensaba hacerlo, la verdad.

 Y tampoco pensaba hacerlo, la verdad

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Katsuki ratero ahre no alsklss.

Hola, buenas, qué tal la vida A.

Chau.

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