Teñir.

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♡•°.: → TodoBaku tiñéndose es tipo...

Katsuki había entrado en crisis otra vez... Sí, dos veces seguidas en menos de una semana. Aunque esta vez no fue por que se le borrase la tarea, no, sino porque no se la aceptaron. 

Así que ahí estaba gruñendo otra vez como desquiciado.

— Kats. — llamó suavemente el bicolor, acercándose al cenizo y acuclillándose a su lado, buscando su mano y tomando esta. El nombrado se voltea a verle con el ceño fruncido, gimiendo levemente de dolor al hacer esto, olvidando que la herida en este debido al piercing aún no sanaba por completo.

Shōto llevó su mano libre hacia el rostro del mayor y lo acarició, sonriéndole.

— ¿Quieres hacer alguna cosa para desahogarte? — preguntó recordando la manera en que lo había hecho la última vez. El cenizo iba a responder, pero el bicolor le interrumpió. — Tatuarse no está en las opciones.

Katsuki gruñó y observó a su alrededor, acabando por fijar su mirada en el cabello de su novio.

— Bien, vamos por tintes y decolorante. — se levantó y arrastró una vez más al menor fuera del hogar. Este último le miró desconcertado, acomodando al cachorro —que había tomado entre sus brazos a último segundo— dentro de su sudadera.

— ¿Decolorante? Kats, de por sí tu cabello es claro, ¿para qué lo quieres? Además, ¿no debería de hacerte esto un profesional? — cuestionó rápidamente.

— Uno, quiero parte de mi cabello blanco; dos, está demasiado caro, y tu viejo no nos va a pagar todo esto sólo por eso y apenas tengo para comprar los tintes; y tres, también me lo quiero cortar un poco pero a ti te da miedo hacerlo, así que le hablaré a Denki. — Shōto intentó procesar todo aquello y miró hacia un lugar en la nada.

No, no entendía una vez más, pero le siguió todo el juego.

Llegaron a una farmacia donde Katsuki se dispuso a observar los colores y marcas. Quería algo bonito y bueno, como su novio. Mientras, el bicolor se distrajo en la sección donde habían juguetes para perro, terminando por elegir un pequeño oso de peluche para su bola de pelos.

Ambos, al estar listos, se encontraron en la caja y pagaron cada cosa por separado, para luego marcharse a casa. En el camino, el cenizo llamó al rubio eléctrico y le pidió hacer aquello que le faltaba, cosa que aceptó, con algo de confusión pero alegre.

Cuando llegaron, el chico ya estaba allí, esperándoles.

— ¿Así que Kacchan quiere cambiar su look? — cuestionó, sonriendo divertido y siguiendo a la pareja una vez abrieron la puerta de entrada.

— No me llames así. — advirtió el cenizo. — Y sí.

Denki ni siquiera se inmutó ante la advertencia y fue directamente hacia el cachorro de ambos chicos, el cual saltaba alegremente a sus pies. Jugó unos momentos con él, hasta que el cenizo ya estaba listo para valer mierda.

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