Extrañar.

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♡•°.: → TodoBaku extrañándose es tipo...

Cada que necesitaba del bicolor, y este no se encontraba en casa por ciertas razones, Katsuki agarraba aquél gran peluche que le había dado el contrario y lo abrazaba.

Como en aquél momento. Era de noche, hacía algo de calor, por lo que le molestaba el tener todas las mantas sobre su cuerpo.

Todas las luces de su pequeño hogar estaban apagadas, indicando que ya no había más actividad allí dentro.

Shōto aquella tarde había tenido que ir donde sus padres por asuntos importantes, según había dicho, y no había vuelto. De hecho, le había dejado un mensaje diciendo que no lo haría hasta la mañana del siguiente día.

Desde que se había marchado, todo comenzó a salirle mal al cenizo, o así creía.

La cena fue un desastre, casi quema la cocina —literalmente—. Por un momento, al comer, creyó ahogarse. Al terminar, quiso darse una ducha tibia, pero justo se había acabado el gas que mantenía vivo el aparato que calentaba el agua, así que terminó siendo una ducha fría. Salió casi tiritando, así que decidió vestirse con ropa abrigadora.

Al estar haciendo tareas, ya sentado en el escritorio, con su cuaderno y computadora encendida frente a él, su cabeza comenzó a doler y estornudó un par de veces.

Al parecer había cogido un resfriado.

Sin poder concentrarse en lo que estaba haciendo, dejó todo de lado. Apagó todo, cerró todo, y se tumbó sobre la cama.

Y, efectivamente, aquí volvemos a la situación del principio. En el transcurso en que su cabeza dolía cada vez más, el calor le invadió y no dudó en quitarse todo de encima. Para luego que le volviera a dar un frío tremendo.

Estuvo así un tiempo, quitándose y poniéndose prendas, destapándose y tapándose con las mantas.

Hubo un momento en que se giró hacia su lugar, donde dormía usualmente, ya que estaba en el lado del bicolor. Encontró allí al peluche.

Recordó que el mismo día en que se lo dio el menor, le había puesto el nombre de este. Había sido una pequeña broma, pero terminó siendo que así se llamaría.

— ¿Cómo crees que puedo ponerle? — preguntó Katsuki, observando el peluche de frente, mientras tenía a su novio al lado, a medio día. No tenían nada para hacer, así que decidieron recostarse un rato.

— Shōto. — respondió simple el dueño de aquél nombre. El cenizo le miró y rió levemente, sabía que lo había dicho a broma.

— Entonces así será.

Sonrió levemente y lo abrazó con fuerza. Le recordaba a su chico y olía levemente a él, ya que se la pasaba abrazándolo junto a él por las noches.

Necesitaba al bicolor a su lado en ese momento. Estaba seguro que si seguía de esa manera, seguramente moriría, y no era como si supiera algo de medicinas. En cambio Shōto sí, conocía un poco gracias a su madre, y solía ser él quien le daba cosas para que se le quitaran los dolores, además del calor o el frío.

Pensando en su chico, terminó por dormirse, con una temperatura tan alta como la del infierno.

Y como había prometido, el bicolor llegó por la mañana. Lo primero que hizo fue ir en busca del cenizo, quien creyó que le encontraría ya levantado y haciendo tareas o entrenando como todas las mañanas. Pero no, simplemente le encontró plácidamente dormido en su lado de la cama, todo destapado y abrazando al peluche.

Sonrió levemente, para luego fijarse en la hora. Era algo tarde como para que el chico siguiera durmiendo, o al menos así lo veía. Siempre solía despertarse cerca de las ocho o nueve de la mañana, rara vez —cuando se dormía muy de madrugada— se despertaba tipo doce o una de la tarde. Y actualmente eran casi las diez y media.

Se sentó a su lado y acarició su mejilla, sintiendo esta muy caliente. Pasó su mano también por su frente, sintiéndola de la misma manera. Hizo una mueca y se levantó, para ir en busca de un vaso de agua fría y un medicamento, nada en especial.

Una vez de vuelta en el cuarto, vio al chico temblar levemente. Dejó las cosas sobre la mesita de noche y fue a por una manta más delgada de las que tenían en la cama. La puso sobre él y, poco a poco, vio cómo fue dejando de tiritar.

Se acuclilló al lado de la cama y acarició el cabello del mayor. Este se removió, quejándose un poco, para luego voltear se con cuidado hacia el bicolor, despertando. Abrió sus ojos poco a poco, acostumbrándose a la luz que había en el lugar.

— Kats, ¿te sientes bien? — preguntó bajo, sin dejar de acariciar su cabello y rostro con delicadeza. El mayor negó, formando un pequeño y casi innotable puchero. Shōto le imitó y se volteó hacia la mesita de noche.

— Ten esto, entonces. Te hará sentir mejor. — su voz seguía siendo dulce y bastante baja, intentando no incomodar al chico con el ruido. Katsuki le hizo caso, se apoyó en su codo derecho y tomó en vaso que le ofrecía su novio, al igual que la pequeña pastilla blanca. Hizo una mueca e introdujo esta en su boca, para luego tomar algo de agua y tragar todo.

Dejó el vaso a un lado y, en un acto aniñado, pidió que el bicolor le abrazara. Este sonrió y le dio el gusto. Ambos se acomodaron en el colchón, Shōto abrazando al mayor por los hombros, mientras este se acurrucaba en el pecho del menor, recibiendo una temperatura fría luego de pedirlo.

Así se la pasaron el resto de la mañana, Katsuki durmiendo y Shōto acariciándole con suavidad, cuidándole.

Bueno pues-

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Bueno pues-... Hola KDKD

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