Dedicar.

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♡•°.: → TodoBaku dedicándose algo es tipo...

Shōto ese fin de semana en que junto al cenizo habían tenido que cuidar de la pequeña Eri, escuchó de este mismo algo que le llamó la atención.

Para ser más exactos, ambos se habían terminado llevando bien, a tal punto en que Katsuki dejó que la niña hiciera lo que quisiera con él y su peluche, aunque claramente de todas formas a veces se lo quitaba como si de un niño pequeño se tratase.

El caso era que en una de esas veces en las que ambos chicos se encontraban conversando o jugando en el cuarto de la pareja, Shōto pasaba por fuera.

¿Hay algo que te moleste de Shō-chan? — preguntó la niña, curiosa de saber algo más acerca de ellos. Se les había hecho interesante. Estaba rodeada de parejas que congeniaban demasiado bien y parecían no molestarles nada de la otra persona, pero ellos se les hacía algo diferente. Sentía que encajaban bien pero a la vez no.

¿Algo que me moleste de Shōto? — ella asintió. — Además de su presencia y de que a veces es estúpidamente cursi... — soltó una pequeña risita ante esto, dando a entender que no era cierto. — Lo que más me molesta, es que jamás me haya dedicado Perfect. Si algún día me llega a pedir matrimonio y no me la ha dedicado, le voy a rechazar hasta que lo haga.

La pequeña niña rió ante el comentario del cenizo, quien frunció levemente su ceño e hizo un puchero. Nunca le había dicho eso a nadie, y decírselo ahora a una niña —la cual muy fácilmente podría abrir la boca—, era caer muy bajo, según él.

Entonces Shōto, detrás de la pared, a un lado de la puerta, sonrió levemente, para volver a hacer sus cosas.

Y aquí estamos...

Unos días después de que la pequeña niña volviera a su hogar, el bicolor se propuso aprender aquella canción en la guitarra de su novio. Salía cada tarde al jardín trasero, a sentarse a la orilla de la piscina mientras veía el sol irse, aprendiendo cada día una nueva parte.

Katsuki a veces le miraba por la ventana bastante extrañado, ya que jamás le veía salir sólo para tocar un instrumento.

Las últimas tres tardes fueron únicamente para unir todo y aprenderse la letra de lleno. Sí, también se la cantaría.

Hasta que el día indicado llegó.

Katsuki se encontraba fuera de casa ya que había ido de visita donde sus padres, así que Shōto aprovechó la ocasión para poder preparar una pequeña cena a un lado de la piscina que tenían. Nunca había decorado esa parte de su hogar, y creía buen momento para hacerlo. No era algo muy especial lo que haría, pero quizás sería un paso para poder hacer algo aún más grande después.

Puso un par de luces a su alrededor, colgadas de los faroles. Pronto empezaría a bajar el sol, así que estaba perfecto. Puso una manta en el suelo, un par de vasos y platos, y unas cuantas velas al medio.

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