Pastel.

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♡•°.: → TodoBaku intentando hacer un pastel es tipo...

El menor de ambos ese día se había levantado con altas ganas de comer un pastel, pero como no había, se decidió a hacer uno.

Otro problema... No le daba a la cocina.

Así que allí estaba, yendo a molestar a su novio para que le ayudase en esa misión de vida o muerte...

Más de muerte que de vida.

— Kats~. — apareció por la puerta del cuarto, llamándole en un pequeño canto. El rubio, quien a primera hora ya andaba viendo la computadora, le miró. — ¿Me ayudarías en algo?

El bicolor se le acercó y, moviendo la silla para poder sentarse sobre las piernas de su chico, aniñadamente, le dio un pequeño y tierno beso. El cenizo no entendió nada, pero aprovechó y le abrazó por la cintura.

— ¿En qué quieres que te ayude? — preguntó algo intrigado, sonriendo ligeramente.

— ¿Me ayudas a hacer un pastel? — Katsuki ladeó su cabeza, ahora entendiendo menos.

— ¿Un pastel? — Shōto asintió. — ¿Para qué?

— Sólo ayudame a hacer uno. Es que quiero comer pero no hay.

— Entonces ve a comprar uno. — soltó junto a una pequeña risa.

— No quiero salir. — hizo un puchero. — Fuera hace frío. — Bakugō le miró por unos segundos y al final asintió.

— Vale, vamos. — dejó que su pareja se levantara y le siguió hasta la cocina. Allí empezó a buscar los ingredientes y, cuando estuvieron todos, comenzó con su labor de ir enseñándole paso a paso a su chico a cocinar. Terminaron haciendo un desastre en toda la cocina gracias a Shōto por pasarse de fresco y tirarle un poco de harina a su contrario. Pero eh... Las risas no faltaron.

Cuando acabaron y todo, dejaron que la crema —la cual era de chocolate— se enfriara un poco en la nevera junto a todo el pastel en sí.

— ¿Por qué te gusta tanto el pastel de trufas? — preguntó el cenizo, mirando a su pareja y abrazándole contra la encimera de la cocina.

— Es que está bueno.

— ¿Como tú? — las mejillas del bicolor se colorearon rápidamente de un color rojo intenso.

— Como tú. — murmuró, dejándole un tierno beso, el cual el contrario le siguió por algunos segundos. Luego de eso, se pusieron a jugar un rato en la computadora y, cuando vieron que el pastel ya estaba más frío y sólido, comieron de este.

No fue un día especial, pero sí fue lindo.

No fue un día especial, pero sí fue lindo

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hola, su escritora cumple quince, chau

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