Escondidas.

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♡•°.: → TodoBaku jugando a las escondidas es tipo...

En la academia, cada viernes en la noche, los chicos y chicas se reunían en la sala común a jugar un rato cosas triviales. Entre todos aquellos juegos, estaban las escondidas. 

Shōto y Katsuki no siempre asistían, pero aquella noche lograron convencerles de hacerlo, así que allí estaban, uno muerto de sueño, y el otro medio enojado, pero ambos muy apegados el uno al otro.

— ¿Tocan escondidas? — preguntó el chico eléctrico del salón, a lo que su amiga rosa, quien estaba a su lado, simplemente le contestó con un asentimiento y una sonrisa. — ¡Entonces empecemos!

— Ya conocen las reglas. Sólo es dentro de Heights Alliance, a los primeros tres que encuentren, se les dará como penitencia quedarse quince minutos fuera a la intemperie, no se pueden abrazar ni nada para contener el calor. Y tampoco pueden subir a las habitaciones estando en juego. — anunció la azabache. Shōto y Katsuki se miraron algo extrañados. Sus compañeros tenían algo de imaginación para esas cosas.

— Y como hay dos nuevos aquí. — continuó Denki. — Uno de ellos deberá de contar. — ahora la pareja miró al chico. — Así que hagan piedra, papel o tijera para saber.

Los chicos suspiraron y asintieron, se pusieron uno frente al otro e hicieron lo que les pidieron.

— Creo que es un empate. — anunció el menor, observando los puños cerrados tanto del cenizo como el suyo. El mayor le miró con una leve sonrisa y negó.

— De hecho yo gano. — Shōto subió su mirada y temió lo peor, recordando la última vez que jugaron a eso. Rápidamente bajó su mano y negó.

— Hagamoslo otra vez. — pidió el menor, con una carita de cachorro mojado que derritió el corazón de pollo del cenizo, así que no se pudo negar. Esta vez no fue empate, sino que ganó el bicolor. Katsuki gruñó levemente y asintió, posicionándose en una de las esquinas del jardín del medio y comenzó a contar en voz alta. Al ser veinte personas, habían dicho de contar cinco números por cada uno, por lo que tendría que contar hasta cien.

Lo hizo despacio y con calma, escuchando atento todo el movimiento a su alrededor. Una vez terminó, advirtió que ya no había vuelta atrás y dejó de recargarse contra la pared, volteándose a ver a todos lados.

De primeras apuntó un lugar, muy seguro de que allí había alguien.

— Deku, estoy seguro. — avanzó hasta detrás de las cortinas y las abrió de golpe, encontrándose con el chico nombrado. Este rió levemente nervioso. — Siguiente, el cargador andante y el pelos de mierda.

Anunció y se dirigió a dos lugares diferentes, encontrándoles en el orden dicho. Siguió así por un buen rato, encontrándoles a todos. Supuso que así fue, por lo que no se preocupó por si faltaba alguno, de hecho estaba muy convencido de que no habían más alumnos en su clase.

Los tres primeros encontrados hicieron lo que les tocaba hacer, mientras el resto ordenaba un poco y limpiaba en silencio. Uno de ellos se quedó observando por la ventana a los penitentes para asegurarse de que no estaban haciendo nada extraño, pero simplemente les observó corriendo de un lado a otro. Esa noche hacía especial frío allí.

Cuando todos acabaron, al igual que el tiempo de la penitencia, todos se dirigieron a sus cuartos luego de desearse una feliz noche.

Ya había pasado aproximadamente media hora y Katsuki aún no lograba dormirse. Algo le molestaba y no estaba seguro de qué era. Sabía que le había faltado algo en especial, que esa noche había perdido algo valioso.

De repente se volteó hacia su escritorio y pudo observar unas cuantas fotografías en la pared de él y el bicolor, simplemente siendo ellos en sus salidas.

Entonces recordó.

— Puta madre, Shōto. — murmuró.

Eso era lo que le faltaba, y no eran diecinueve alumnos en su clase, eran veinte. Jodido animal.

Se levantó y bajó a la primera planta tan rápido como se le era permitido, comenzando a buscar al menor. Le encontró en el cuarto de lavado muy bien escondido y dormido. Suspiró aliviado y se acuclilló a su lado. Picó su mejilla con su dedo un par de veces y luego la acarició con ternura.

— Oye, bastardo, despierta. — le llamó. Agradeció el sueño medio liviano del chico, ya que abrió sus ojos apenas le escuchó.

— ¿Fui el primero? — preguntó en su inocencia. Katsuki soltó una risita y negó.

— De hecho fuiste el último. Tan convencido estaba de que tú no estabas jugando, que me olvidé buscarte. — admitió, parándose y ayudándole a su chico.

— Oh... — profirió bajo. — ¿Entonces gané? — el cenizo volvió a reír y asintió.

— De cierta manera sí. — Shōto sonrió levemente.

Ambos se encaminaron a la habitación más cercana, ya que el bicolor iba que se caía literalmente del sueño, así que el cuarto del cenizo era la mejor opción de todas.

Apenas entraron, Shōto se desplomó sobre la cama del mayor y se acurrucó hacia el rincón. Katsuki vio esto y se recostó a su lado, acurrucándose esta vez él en el pecho del menor, durmiéndose ambos al instante.

 Katsuki vio esto y se recostó a su lado, acurrucándose esta vez él en el pecho del menor, durmiéndose ambos al instante

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Esta weá era para anoche, pero cierta persona me distrajo y no escribí una mierda, así que hOla.

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