Libro.

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♡•°.: → TodoBaku intentando arreglar un libro...

Shōto estaba tranquilamente recostado leyendo un libro nuevo, sí, nuevo. El cenizo lo había comprado hace unos meses y ya se lo había leído un par de veces. Este era su libro favorito, así que lo cuidaba bien.

Hace poco se lo había pasado al bicolor para que dejara de leer el mismo siempre, el cual fácilmente se lo había leído entre diez a quince veces en unos nueve meses.

Entonces ahí estaba, enfrascado en la historia, totalmente concentrado leyéndolo. Hasta que, un pequeño sonido, le alertó, haciéndole sentarse rápidamente.

Observó atentamente el libro y se dio cuenta de que la tapa se había comenzado a despegar. Esto hizo que mirara hacia su lado, que era donde estaba el cenizo. Apretó el libro contra su pecho y salió corriendo del cuarto, llamando la atención de este último y su pequeño.

— ¿Shō? — llamó el mayor, algo extrañado por su repentina salida de la habitación. Al final no le tomó mucha importancia y siguió mimando al cachorro en sus piernas, mientras escribía en su cuaderno y escuchaba música en su computadora con sus cascos.

Shōto rebuscó la pistola de silicona que había por ahí y, cuando la encontró, la enchufó, para minutos después, pegar lo que se estaba saliendo. Creyó que había quedado bien, cuando se dio cuenta de que la portada no encajaba con en resto del libro.

Gruñó levemente e intentó derretir la silicona para poder despegar del todo la tapa y así volver a ponerlo bien, pero acabó rompiendo el frágil cartón que lo cubría.

En aquél momento sus ojos comenzaron a cristalizarse, algo desesperado al romper el libro de su novio.

Intentó una vez más derretir la silicona, obteniendo otro pequeño agujero en el cartón, además de deformar este.

Un pequeño sollozo se escapó de su garganta al ver esto, dando paso a las lágrimas sobre sus mejillas.

Terminó subiendo lentamente hacia el cuarto, entrando a este con algo de miedo. El cenizo le miró apenas sintió su presencia, y se preocupó de inmediato al verle llorar. Dejó los cascos a un lado y se levantó rápidamente, sujetando las mejillas de su chico, secando las lágrimas que caían sobre estas.

— ¿Por qué lloras, cariño? — el menor bajó su mirada hacia el libro y lo dejó a la vista del cenizo, mostrándole parte de la unión de la portada y contraportada rota. Luego abrió el libro y le mostró la parte mal pegada de las hojas.

Katsuki hizo una mueca al ver esto.

Shōto terminó por mostrarle el pequeño espacio que quedaba entre el limite de las hojas y el limite de la portada, quedando una línea blanca, indicando que efectivamente estaba mal pegado.

El mayor lo tomó con cuidado y lo examinó. Luego observó a su chico, quien seguía llorando, cada vez más. Dejó el libro a un lado y volvió a sujetar las mejillas del menor, secando una vez más las lágrimas, y dedicándole un tierno beso en la frente, para luego abrazarle.

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