Amabilidad.

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♡•°.: → TodoBaku siendo no amables es tipo...

Aquí vamos otra vez. Las compras en aquella casa eran importantes, sobre todo los fines de semana, ya que solían hacen tarde de películas como un descanso de los estudios.  

El centro de la ciudad estaba lleno y aquello les sofocaba. Podría decir que el calor era algo molesto y que apenas podían sostener la mano del otro pero, teniendo a Shōto aquello era algo casi imposible. La izquierda del cenizo estaba bien sujeta por la derecha del bicolor, el cual mantenía su singularidad activada para bajar la alta temperatura en el cuerpo de su novio.

De esta manera era cómo recorrían las calles y tiendas en aquellas épocas de calor. Al contrario que en aquellas de frío, en las cuales Katsuki se mantenía del lado izquierdo de su chico todo el bendito día.

— Bien, entonces sólo faltaría la comida y las cosas de la bola. — anunció el mayor, cerrando el portaequipajes del oscuro coche en el que habían decidido ir. Lo mantenían en el estacionamiento subterráneo de un supermercado mientras hacían compras en otros lugares, para acabar el día en las que faltaban hacer en ese mismo lugar.

Shōto asintió levemente mientras se agachaba para tomar entre sus brazos al cachorro, el cual meneaba su cola con felicidad. Sabía que era día en el que podría elegir un nuevo peluche, juguete o premios. Katsuki sonrió al ver esto y se acercó al animal, dejando una caricia en su cabeza, y luego un corto beso sobre los labios del menor, comenzando a caminar hacia las escaleras mecánicas que les llevarían hacia el piso superior. El bicolor le siguió y tomó su mano, entrelazando sus dedos y volviendo a activar su particularidad.

Estando arriba, eligieron rápidamente un carrito con silla para niños —por insistencia del menor— y montaron a su pequeño allí. Por cada pasillo en el cual caminaban, escogiendo cosas tanto necesarias como innecesarias, discutiendo entre risas si llevar estas últimas o no, y terminando en pequeñas caricias o besos, las personas le miraban extrañadas, con ternura, o con asco puro. Katsuki no toleraba esto, y simplemente les respondía con una señal grosera, una mirada cargada de odio y furia, o con una sonrisa altanera, volteándose hacia su novio y robándole un par de besos más antes de fijar su atención en el cachorro, el cual le daba pequeños ladridos y gruñidos a la gente que les veía mal, en comparación a aquellas que les miraban con una sonrisa y ternura, a las cuales les meneaba la cola, feliz.

— ¿Qué tienen ustedes dos? — cuestionó el menor, regalándole caricias al cachorro luego de haber metido un par de galletas saladas en el carro. Katsuki alzó su mirada hacia su prometido y simplemente le sonrió inocente, comenzando a empujar el carro para ir hacia otro pasillo. Shōto no recibió respuesta alguna, así que tan sólo les siguió, agarrando la mano izquierda de su chico. Para la suerte del mayor, el carro aún estaba bastante liviano y podía manejarlo sin dificultad alguna sólo con su derecha.

En esto, una chica que no pasaba más allá de los veinticinco años les miró. Su rostro reflejaba el claro odio y asco que sentía hacia ambos chicos. El menor se dio cuenta de esto apenas sintió la pesada mirada sobre ellos. Volteó su mirada, seria y apagada, hacia ella, atrapándole en el acto. Una vez más, sus enseñanzas de parte del mayor llegaron a su mente y cuerpo, obligando a su mano a mostrarle su dedo medio izquierdo y una sonrisa media. La chica gruñó por lo bajo y continuó con su camino, no sin antes apreciar —con molestia— cómo el bicolor le regalaba un beso en la mejilla a su pareja, y le sonreía con ternura.

— ¿Y eso? — preguntó el mayor, deteniéndose frente a una heladera donde habían aguas saborizadas y jugos.

— Porque quería. — Katsuki soltó una leve risa y negó. Sabía perfectamente el por qué, de todas formas él lo había hecho toda la mañana. Terminaron de meter todo lo necesario al carro y se dirigieron hacia el pasillo donde estaban las cosas para mascotas; el lugar favorito del cachorro, después de las sudaderas de su cenizo padre. Le bajaron y dejaron que caminara por el lugar hasta que se detuvo en un par de lugares. Como esperaban que fuese, juguetes y premios nuevos. Metieron esto último y se dirigieron a las cajas con el pequeño en brazos del cenizo, los cuales iban jugando. Boomie no mordía, pero Katsuki le provocaba a que lo hiciera, dejando pequeñas marcas en sus dedos.

Estando en fila, faltando poco para su turno, un señor con cara de querer matar a alguien tocó el hombro del bicolor, pidiendo su puesto y mostrando lo poco que traía. Katsuki le miró y frunció su ceño.

— No, ya nos conocemos esa historia. Váyase a la mierda usted y quién quiera que vaya a venir luego con tres putos carros llenos de basura. — respondió el cenizo en lugar del menor. También recibió un par de gruñidos de parte del cachorro.

El hombre bufó cansado y pidió una vez más el lugar al bicolor. Le había visto cara de ser amable y entender su situación pero, para su mala suerte, este también le negó el lugar luego de esperar un par de segundos y observar a una mujer y una chica —la cual reconoció como la de minutos atrás— llegar a su lado con, efectivamente, dos carros jodidamente llenos.

— Puede ir hasta el final de la fila ahora que está más vacío, o seguir intentando que le deje el puesto —cosa que no va a suceder—, y terminar esperando una hora porque la fila comienza a alargarse y rápido. — apuntó Shōto. El hombre gruñó, frunció su ceño y se volteó hacia las féminas, quienes imitaron su acción. Katsuki miró con algún tipo de orgullo a su novio, quien ladeó levemente su cabeza, sin entender el por qué de la sonrisa del mayor.

— ¿Qué?

— Me encantas. — anunció, para avanzar hacia el frente y atraer el carro a él, comenzando a posicionar las cosas sobre la cinta transportadora mientras sujetaba a su pequeño. Shōto se sonrojó levemente y luego le ayudó.

Una vez acabaron y pagaron, bajaron hasta el estacionamiento y guardaron todo en los asientos traseros del auto ya que el maletero iba lleno. Subieron y se acomodaron, antes de que el cenizo volviera a hablar mientras acomodaba al cachorro en sus piernas.

— Eres muy amable. — Shōto procesó aquello y luego le miró.

— No iba a dejar que nos pasara lo mismo que la otra vez, Kats. No soy tan tonto. — el nombrado sonrió y asintió, depositándole un tierno beso.

— Claro, mi chico rudo. Ahora a casa, tengo hambre. — el bicolor rió y asintió, haciéndole caso.

Al menos esa vez no cayó tan fácil en la trampa.

MMMM Shōto con las costumbres de Katsuki y cosas preciosas para ustedes<3

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MMMM Shōto con las costumbres de Katsuki y cosas preciosas para ustedes<3.

Falta muy poco para las 150K de leídas waa, los amo, chau.

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