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♡•°.: → TodoBaku conociendo a los padres del otro es tipo...
Katsuki estaba un poco nervioso. Era un fin de semana cualquiera en tiempos de la academia, un día perfecto que podía usar para dormir en la comodidad de su cama en casa, pero a su vieja se le había ocurrido invitar al bicolor a comer y cenar, lo que implicaba que se conocerían por primera vez.
La noche anterior no había podido pegar ojo, y tuvo que obligarse a molestar a su novio, aunque no quería. Habían estado hablando a través de una llamada hasta que Katsuki pudo dormirse, esto gracias a la suave voz del menor contándole algún cuento o cantándole alguna canción infantil.
Sí, el cenizo solía dormirse de esta manera cuando no podía hacerlo solo.
El día llegó, y no había dejado de tirar las cosas sin querer debido a los nervios y tiritones que tenía. Su madre le miraba divertida ante esto, ya que no solía ser de esta manera.
— ¿Nervioso, pequeña mierda? — preguntó la rubia a su hijo, haciendo que este le mirase con el ceño fruncido. Gruñó levemente y se dedicó a seguir en lo suyo, que era limpiar un poco el lugar y luego ayudar con el almuerzo y cena.
Pasó una y otra vez el trapo que tenía en su mano sobre el mueble donde se hayaba una televisión bastante grande a su parecer. Luego en la mesa de centro del salón, y en la del comedor. Sus padres le veían ir y venir, uno algo preocupado y el otro con una sonrisa.
De repente sonó el timbre.
Katsuki, quien sostenía un pequeño vaso con florecillas, saltó en su lugar, tirando el objeto sin querer.
— Mierda. — murmuró, agachándose para poder recoger los trozos de vidrio. A pesar de ser pequeño, era bastante frágil, así que se había roto con facilidad.
— Voy a abrir. — anunció el castaño, poniendo en alerta al menor de la familia.
— ¡No! Voy yo. — se apresuró a dejar el cristal en un lugar seguro y luego casi corrió hacia la puerta de entrada, abriéndola al instante y encontrándose con el bicolor. Le sonrió levemente, al igual que este a él. — Hola, Shō.
Su saludo fue simple, un pequeño beso en la mejilla y ya. Los padres del mayor estaban en la otra habitación, y tenían vista libre hacia ese lugar, algo que le ponía aún más nervioso a este.
La mirada heterocromática se fijó en cierta parte del cenizo, llamando la atención de este y siguiéndole con la suya propia.
— ¿Llevas un clip? — Katsuki se sobresaltó ante esto. Había olvidado aquél pequeño detalle. Su madre le había puesto ese pequeño sujetador en el cabello para que no cayera sobre su frente mientras ayudaba en la casa, y se había olvidado por completo que lo llevaba puesto.
Se lo quitó lo más rápido que pudo y desordenó su cabello, quedando como normalmente era. Shōto hizo un pequeño puchero ante esto.
— No me vas a ver más con esta mierda puesta. — tomó su mano y caminó hacia las escaleras. — Vieja, voy a acompañar a Shō a dejar sus cosas en mi cuarto.
