Capítulo 48

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Febrero estaba por terminarse y el mes de marzo empezaría.

La nieve en los suelos se había ido casi por completo, pero aún había días en los que ésta caía. Dando inicio a marzo, los ciclos escolares se reanudarían y todo volvería a ser como es de rutina.

Jungkook se encontraba completamente solo en el apartamento del alfa, tirado encima de la alfombra mientras la música de Taylor Swift sonaba en las bocinas.

La canción que sonaba era la de Blank Space.

Jungkook cantaba la canción a todo pulmón mientras veía el techo y estiraba sus manos. Estaba demasiado cansado.


No debí comer demasiada pizza, pensó.


Cerró los ojos, meditando sobre su vida.

¿Por qué comería demasiada pizza él solo?

A veces, era por hambre, por ansiedad o aburrimiento.


El timbre del apartamento sonó y eso lo hizo ponerse de pie. Abrió la puerta.


— ¡Papi! — exclamó lanzándose a abrazarlo por las piernas.

— H-hola, Tae — sonrió al verlo, agachándose para poder abrazarlo.

Alzó la vista y miró las delgadas piernas al descubierto. Se separó de Taeyang y retomó la postura.
Sus ojos chocaron con otros dos pares de ojos.

Jung Somin sostenía a Juno, la cual se encontraba completamente dormida.
Jungkook aguantó un poco la respiración.

Eran apenas pasadas las cinco de la tarde, y se supone que la hora de llegada de los niños era a las ocho de la noche.

— Hoy tengo unos asuntos de atender, así que no podré cuidarlos hasta la hora acordada — dijo Somin.

Jungkook se encontraba demasiado consternado, sin saber que decir o hacer, ya que, con ella no dirige la palabra por ningún motivo, siempre es Taehyung y ella, pero el alfa no se encontraba ahí ya que se encontraba trabajando.

— Ambos han comido y ya han tomado un baño. A las siete de la noche Juno tendrá que tomar sus gotas de medicina y tener media hora de estimulación en su cuerpo, los masajes y ejercicios los ha estado aprendiendo Taeyang ya que quiere ayudar...

Somin empezó a decir cosas que, Jungkook ya sabía porque él mismo empezó a hacerlo, pero ver el esfuerzo en que ella ponía para con sus hijos, así como para hablarle a él, era de admirarse.

Al principio, su lobo era un tanto celoso o no le agradaba ella del todo, pero... un buen día eso paró, y su lobo dejó de lado el sentirse desconfiado.

Papá necesita un omegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora