Capítulo 23

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¿Los héroes existen en la vida real? ¿Podría venir ahora Superman a salvarnos de un malvado villano? ¿Podría bajar el Dios de tu religión a ayudarte? ¿Tus plegarías serían escuchadas?

Jimin escuchaba la radio del taxista que lo llevaba a su destino por Corea.


"Ayer en la noche, alrededor de las siete con cinco de la noche se dio un incidente entre un grupo de omegas y alfas cerca de la zona comercial de Myeong-dong. Las autoridades reportan al menos un alfa herido y tres omegas severamente lastimados y uno más abusado sexualmente..."


Ya casi no eran común escuchar altercados entre omegas y alfas por las calles; ya que, cada quien mantenía su debida distancia con los demás. Cuando pasaban, era porque alguno entraba en celo, y, al estar en un área con demasiadas personas, buscaban como calmarlo rápido.

Los omegas hacían todo por defenderse, pero los alfas aprovechaban su fuerza y voz de mando y abusaban de su poder. O, muy raros caso, uno entre miles, los omegas seducían a alfas con su aroma dulzón y abusaban de ellos. No es común; pero, que no te suceda no quiere decir que no esté pasando.

Así como hay malos alfas, también hay malos omegas. Y qué decir de los betas, aunque estos no se volvieran locos por su lobo como lo son los demás, estos eran muy astutos y usaban esa ventaja o desventaja a su favor.

Jimin lo sabía muy bien. Había tenido casos que defender de todo tipo. Alfas, betas, omegas... salvando a su protegido.

— ¿Está bien esta estación? — preguntó el chófer.

— ¿Perdón? — dijo Jimin al no haberle prestado atención.

— ¿Qué si está usted bien con esa estación? — dijo refiriéndose a la noticia — ¿O gusta que la cambie?

— Está bien, no me molesta — hizo un gesto al aire con su mano y siguió mirando por la ventana.

Pasaron alrededor de unos veinte minutos cuando el omega llegó a su destino.

Bajó del taxi. Acomodó su rubio cabello hacia atrás y se acomodó su traje. Miró el letrero neón del lugar y luego entró.

— Hola, buenas noches — dijo haciendo una reverencia.

— Buenas noches, bienvenido. ¿Tiene reservación?

— Si. A nombre del señor Shin — la encargada le dio una sonrisa, mientras empezaba a buscar en su tableta el nombre.

— Claro, si. Los demás han llegado. Sígame, por favor.

Jimin asintió y siguió a la mayor detrás de ella. Pasaron por los estrechos pasillos y luego ella abrió la puerta de madera de un cubículo; el aroma a comida y bebidas inundó su nariz.

Papá necesita un omegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora