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- Shhht, silencio.

La bibliotecaria ajustó sus gafas, su ceño ligeramente fruncido y con escasos vellos en las cejas. Sus ojitos entrecerrados rodeados de arrugas marcadas por el tiempo, bolsas descansaban por debajo, signo del cansancio y mal dormir de la viejita. Pero sobre todo su cabello blanquecino, descolorido y opaco, por el mal cuidado y tal vez por el estrés, o la sabiduría adquirida en sus años de vida.

- Esa anciana insípida da miedo.- susurró Hyunjin de la nada.- Es decir, ¿has visto su rostro arrugado? Parece que tuviera un grano en el culo.

- Hwang Hyunjin, por dios. Respeta, es una dama mayor.

Hyunjin frunció su ceño, hundiéndose en su asiento. Miró a su costado, topándose con la esbelta figura de Seungmin, olvidando instantáneamente la razón y causa del disgusto.

- Está muy buena la vista.

Eso pareció alertar los sensores del alfa, quien desvió su mirada en su dirección. Confundido y extrañado ante el repentino comentario de su novio.

- ¿Qué?

Hyunjin sonrió pícaro, mirando con descaro el cuerpo cubierto de prendas de su novio, donde Seung pudo captar enseguida a lo que se refería.

- ¿Ah sí?- dijo con un timbre distinto en su voz.- ¿Qué tan buena está?

- Lo suficiente como para arrancarme la ropa y dejar que me folles aquí y ahora.

Seungmin iba a argumentar algo al respecto de tan libre propuesta, pero un sonido estridente lo interrumpió antes de ni siquiera haber empezado.

- Shhh... Silencio.- la vieja estaba a escasos centímetros del rostro del menor, antes de apartarse y seguir con su camino.

Perduró un corto silencio entre ellos, mirándose las caras simultáneamente, como si nunca se hubieran visto.

- Eso fue...

- Intenso.- finalizó Minho sin apartar sus ojos del pasillo por donde se fue la anciana.

Todos asintieron, pues pese a no tener mucha información de la señora, sabían que podría ser tan intensa e insistente como un dolor de cabeza.

O de huevos.


Estaba harto. Si algo detestaba Lee Minho era que las ancianitas utilizaran como pretexto de sus actos su edad, porque definitivamente eso no lo dejaría pasar.

- ¡Oiga, vieja bruja!

Todos los presentes contuvieron la respiración en cuanto la menuda y encorvada silueta de la beta se detuvo y se tensó ligeramente. Se avecinaba una tormenta.

- ¿Qué has dicho, mocoso?- preguntó entre dientes. La señora estaba consciente de lo que hizo exactamente al dejar que la tinta se derramara en la ropa del joven, pero vamos, no es para tanto. Sólo le quedaría una mancha permanente. ¿Es eso muy malo, acaso?

- ¡Vieja bruja! Vamos, ahora aparte de vieja y bruja, ¿es sorda? ¡Usted sabe que me arrojó tinta a la ropa!

Felix se levantó para intervenir antes de que el asunto fuera peor.

- Minho, ya es suficiente.

- ¡No! ¡Esa pasa sin estilo tiene que afrontar las consecuencias de sus actos!

Esa fue la gota que derramó el vaso.

- ¡Mocoso insolente, te enseñaré a respetar a tus mayores!

- ¡Usted tiene que responsabilizarse de sus acciones! ¡No puede simplemente hacerlo y fingir demencia!

- ¡YA BASTA LEE MINHO!

¡ya basta lee minho!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora