EXTRA III

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Si algo ha deseado Minho en su vida—después de Jisung, claro—era ser padre algún día. Sin embargo, aquel sueño frustrado se había visto tan lejano e improbable que fue descartado rápidamente.                  

— ¡Fuera de aquí, no te quiero ver!— esquivó el objeto que le pasó rozando a pocos centímetros de su rostro, sudando frío y desesperado por calmarlo.
                  
Pero, ahora que estaba viviendo la experiencia en vida, comenzaba a retractarse un poco. No lo malentendiendan, sin duda. Tener un hijo con el omega que ama—y siempre amará—era un sueño hecho realidad.                   

Un sueño que acababa de convertirse en una pesadilla.
                     
Una horrible pesadilla.
                     
— P-pero Jisung, yo no-...                   

— ¡He dicho fuera!— bramó el menor, arrojando lo primero que tuvo a la mano: Un frasco de colonia.                  

Minho se arrojó al suelo, como si ese contenedor fuese una granada, cubriéndose del impacto a la vez que apretaba sus ojitos.
                  
«Dios me ayude a salir entero de éste cuarto» Se dijo así mismo, porque estaba muy seguro de que si volvía a abrir la boca, sería para decir sus últimas palabras.
                     
Ahora, la cuestión es: ¿Porqué su lindo y embarazado omega estaba enojado con él? ¡Sencillo! Por la única y muy relevante—según Jisung—razón de qué Lee Minho no le compró su maldito pastel de frutillas, pero no todo era culpa del pobre. En la pastelería de la otra cuadra no tenían de ese tipo—por muy raro que suene—casualmente.                

Y ahora, Minho sufre las consecuencias de tener a su omega enojado, a medio berrinche.                    
— Amor, no te alteres le hace daño a...                 
Jisung bufó con exasperación, teniendo el control remoto en su mano, achicando los ojos. Desconfiado, escéptico. Minho nunca se había imaginado una situación similar, el omega, empezó a golpear ligeramente el dispositivo con su otra palma, meditando.
               
— Debería de matarte por ser un maldito insensible, no me trajiste mi postre.— siseó con un deje de disgusto.— Y encima de todo, me llamaste gordo.                    

A eso, nunca, nunca llames a tu Omega "gordo", y menos cuando está embarazado.
                   
— En la pastelería... Dijeron que no había, sabía que te ibas a poner así y-...
                     
— ¿Así cómo?— gruñó, cruzándose de brazos.— ¿Irritante, molesto, tedioso, berrinchudo?!
                     
Minho se lo pensó, después de todo, iba a morir pronto.                  

— Más o menos.
                     
Contrario a la reacción esperada, Jisung sólo dió un pisotón, haciendo un puchero. Minho no podía estar más enternecido con su amado esposo.
                     
— Te odio.
                     
Dijo, pero Minho sabía que no iba en serio, Jisung se lo había explicado, el doctor se lo había explicado muchos, muchos meses atrás, todo era producto del embarazo, la alteración de las hormonas, los cambios de humor. La hipersensibilidad... Los antojos, entre otros síntomas.                    

— Yo también te amo, Sung.                   

Y eso fué suficiente para bajar las defensas de Lee Jisung, quien aún enfurruñado y abochornado, fue a los brazos abiertos de su alfa.

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No recuerda exactamente en que momento empezó, ni cuándo sintió que su alma se le escapaba del cuerpo al verlo cayendo, ni cuándo lo tenía en brazos.
                   
Tampoco reparó en el tiempo que demoraron en subir al auto e ir camino al hospital.                   
Sentía una opresión muy fuerte en su pecho, aquel mismo no lo dejaba respirar adecuadamente, sentía impotencia al no poder hacer algo para ayudar a Jisung, más que sujetar su mano.                                   
                       

¡ya basta lee minho!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora