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Apoyó sus manos sobre el cristal, observando con detenimiento su reflejo en el espejo, sus orbes fijas en las de sí mismo, sus labios presionando en una fina línea tensa, su cabello azulado resaltando su esencia bajo la tenue luz de la lámpara colgada del techo.

- ¿Todo bien?- el menor se exaltó, mirando a través del espejo el reflejo del pelinegro, asintiendo en respuesta.

- Sí, todo está perfecto.- dijo Jisung, regresando su mirada al cristal.- Así que por eso le dicen la casa de los espejos.

- ¿Por los espejos? Eso es más que obvio.

- No sólo por eso, Minho.

Minho se posó a su lado, mirándose también. Una sonrisa dibujándose en rostro, encorvado la espalda mientras hablaba sus mejillas y sacaba la lengua-moviéndola de un lado a otro. Jisung rió inevitablemente, rodando los ojos.

- ¿Qué crees que estás haciendo?- el omega se cruzó de brazos, mirando el reflejo del alfa, obviamente había cambiado de forma, dándole un aspecto realmente extraño y cómico.- ¡Hyung!- sonrió.

- Anímate, Jisung, ¡hakuna matata!

Han lo meditó. Reconocía que Minho no era el alfa ideal para los omegas con los que ha tratado. Minho era considerado defectuoso, problemático, inoportuno, gruñón antipático y amargado por palabra de otros.

- Hakuna matata.

Pero Jisung apreciaba esos detalles del mayor, siendo diferente a todos los alfas, resaltando, destacando, sobresaliendo como ningún otro, sobrellevando con sus problemas pero con suficiente perseverancia para lidiar con problemas ajenas. Estando de acuerdo con la igualdad entre la jerarquía, porque, nadie tenía más poderío y derecho que nadie por solo su posición o estatus. Alfa, omega u beta, seres iguales con distintas características, pensamientos y personalidades, pero con los mismo derechos.

Se inclinó hacia delante, jalando sus labios desde cada extremo con sus dedos, arrugando su ceño mientras hacía sonidos extraños, estando casi hombro con hombro con Minho. Su pulso se aceleró, su corazón latió con fuerza, sintiendo el retumbar en sus tímpanos, sus nervios a flor de piel y si radical cambio en su aroma lo delataba.

Minho se dió cuenta de inmediato, más no dijo nada.

Jisung sabía dos cosas ahora: la primera es que la casa de los espejos era un título estúpidamente obvio, y la segunda es que estaba enamorado de Lee Minho.

Si ese sentimiento estaba desde antes del cortejo, su mente lo bloqueaba de ello, la venda que cubría sus ojos-dejándolo andar a ciegas por el sendero-fue retirada delicadamente por las magistrales manos del alfa, su alfa, viendo todo más claro y de una forma muy distinta.

Fue un ciego casi toda su vida, pero con una mano grande y cálida que lo guía en el trayecto de la vida, que le retiró la venta y le está enseñando de todo lo que se está perdiendo, no se retractaría.

Su corazón, su cabeza y su lobo estaban de acuerdo, porque esto era lo correcto.

Su lugar era al lado del alfa menos deseado de toda la institución, al lado del chico problemático y de mal augurio. Al lado del chico que fue capaz de instalarse en lo más profundo de alma, conmoviendo su corazón, tolerando lo que otros no toleran, la rebeldía de un omega con grandes expectativas.

Su lugar era al lado de Lee Minho.

¡ya basta lee minho!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora