¡ya basta lee minho!

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Lee Felix se acomodó el abrigo que portaba en ese momento, revisando la hora momentáneamente y desviando su mirada en varias direcciones, con la vaga esperanza de dar con el paradero de sus amigos.

"Amigos"

Era curioso y casi quería reírse de ello. Porque, la forma en que esos chicos estuvieron involucrados en la vida de Felix era un tanto peculiar.

Mientras esperaba a sus impuntuales amigos, su mente empezó a divagar un poco entre sus recuerdos, en parte para refrescar su memoria y por otra para matar el tiempo.

Si su mente no fallaba, todo sucedió un día de examen:

El timbre había sonado anunciando la hora de entrar a los salones, como solía hacerlo diariamente. Se dirigió a su aula correspondiente (después de haber hecho una pequeña parada en su casillero) con sus libros en mano.

Hoy era día de examen y él no había estudiado.  ¡Menuda sorpresa! Miró hacia el frente, topándose con la calculadora mirada del profesor, escudriñando a través de su alma, desnudándolo espiritualmente con una mirada.

Tuvo la certeza de que estaba perdido entre un montón de estudiantes que seguramente sí estudiaron, pero eso no hizo que sus esperanzas menguaran.

Y como si fuera un regalo del cielo, sus ojos se toparon con cierto grupito en particular, cuchicheando y susurrando, con la misma idea que se le cruzaba a la cabeza: copiarse. No había otra alternativa, a menos que levantara la mano y tirara la toalla.

Sonrió ante ese escaso y ahora lejano recuerdos.

— Dejadme participar en su plan, yo tampoco he estudiado. A parte de que los he pillado, de mi boca no saldrá nada si me dejáis ayudaros.— había dicho, tal vez no hizo falta la condición, porque de todas formas esos chicos le habrían dejado cooperar sin problemas.

Por supuesto, siempre y cuando no genere conflictos o problemas en el plan.

— Pero como siempre, los planes de Lee no funcionaban a la perfección, al menos en su mayoría.

— Las cosas no resultaron como esperábamos...— había dicho Minho. Sin embargo, en su rostro no se mostró frustración, de hecho, mostró serenidad. Una mirada casi reflexiva.

— Soy un grupo muy peculiar, pero si les soy sincero, a pesar de haberlos conocido hace tan solo 5 minutos, me agradan.

Había dicho él ese día. Lee Felix fue un miembro más del grupo.

— ¡Felix hyung, por aquí!— un grito en la lejanía captó su atención, girando la cabeza en esa dirección.

— ¿Chicos?

Seungmin y Hyunjin agitaban los brazos en el aire, bajo la mirada de todas las personas que pasaban por allí. Minho iba con su vista fija al frente, aparentando ser solo un ciudadano común y corriente, sin ningún tipo de relación o lazo con esos individuos.

Felix sonrió. Changbin había ido en busca de algún refrigerio mientras esperaban, al parecer los chicos le habían ganado en cuanto a velocidad.

— Ya era hora de que aparecieran.— dijo cruzándose de brazos.

— Sí, sí. Lamento la demora, Felix. Tuvimos unos percances...

— ¿Follaron antes de venir?— insinuó levantando una ceja.

Minho iba a asentir, pero al repetir la frase en su mente, sus ojos se ampliaron considerablemente mientras negaba rotundamente.

— ¿Qué? Claro que no. Dios, Felix, no todo lo que circula por mi cabeza es coger.

El mayor se encogió de hombros, sin mostrar signos de arrepentido. Al contrario, lo miraba de forma sugerente.

— Ya sabrás tú lo que pasa por esa mente.

— ¡Es verdad! Además, ¿no crees que tú y Bin son los que piensas con la cabeza que les cuelga entre las piernas?

Bueno, si Felix hubiera estado tomando una bebida, la habría escupido de la impresión. Sin embargo, su rostro se sonrojó, su ceño se frunció y sus tendones se remarcaron en su cuello ante la tensión.

Y con una bocanada de aire, rugió.

— ¡YA BASTA LEE MINHO!