Prólogo

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Salí de mi tercera entrevista laboral del día. Siendo recién egresada de la carrera de administración de empresas, de una de las mejores universidades de Corea, cualquiera diría que conseguir empleo seria pan comido. O que me acomodaría en el lugar donde había hecho mis prácticas.

Para mi mala suerte, donde las hice decidieron vender la compañía y liquidar al personal.

Tomé el metro en la estación de Gaehwa. Me esperaba un viaje de veinte minutos hasta el apartamento que compartía con mis dos mejores amigas. Siendo jóvenes estudiantes en Seúl, nos ayudábamos con los gastos entre las tres.

Bueno, si consiguiera trabajo, sería entre las tres.

Ya pasaban de las cuatro de la tarde.

Había otras seis personas en el vagón; tres chicos de instituto, una mujer hablando por teléfono, un abuelo leyendo el periódico y otro chico dormido en uno de los asientos del fondo.

Me sentía agotada y cerré los ojos.

Juro que solo los cerré un par de segundos, pero cuando los volví a abrir ya estábamos por llegar a mi estación y me encontraba sola en el vagón.

Me incorporé en mi lugar y cayó, de mi regazo a mis pies, un celular. Lo tomé del suelo. Era un iPhone 11, tenía una carcasa negra con una pequeña "R" grabada en la esquina inferior derecha.

***

― ¡Danny, bienvenida! ― me recibió Hye. Estaba sentada en el pequeño sofá de la sala. Tenía su portátil en las piernas, su cabello castaño oscuro recogido en un descuidado chongo alto y llevaba sus gruesas gafas de armazón marrón. Por lo visto, no tenía mucho de haber llegado del trabajo. ― ¿Cómo te fue?

― Deja que llegue al menos. ― dije de mala gana. Como si mi mal humor fuese a mejorar al hablarle así. Al momento me sentí culpable, por lo que me forcé a sonreír y después decir: ― Perdón, estoy agotada.

Colgué el abrigo junto con la bolsa en el perchero de la entrada y me saqué los tacones. Cuando llegué a donde Hye, le quité el portátil del regazo y lo reemplacé por mi cabeza al dejarme caer al sofá.

― ¿Tan mal te fue? ― preguntó mientras acariciaba mi cabello.

― No, solo estoy cansada. ― dije acurrucándome. ― Caminé mucho en tacones.

― Aún no te acostumbras a ese calzado.

― No hay nada mejor que zapatos cómodos.

― Una profesionista debe tener cuando menos un par de tacones altos.

Fruncí el ceño.

Esa frase resultaba molestamente similar a una que solía decirme mi madre.

"Toda dama debe de ir acompañada de un buen par de tacones altos y bolsos costosos".

Sacudí mi cabeza, tratando de desvanecer aquél recuerdo.

― ¿Dónde está Mary? ― quise saber.

― En su cuarto. Dijo que no interrumpiera su proceso artístico.

Mary era compositora, y una muy buena. Muchos Idol's hicieron famosas muchas de sus canciones. Bastante sorprendente, considerando lo joven que era.

― ¿Qué hacías? ― le pregunté mirando el portátil.

― Revisar unos reportes que entregaré el lunes. ― aún seguía acariciando mi nuca.

Hye era una asistente en el departamento de Recursos Humanos de C&R, uno de los más grandes corporativos del país.

― Mmm... Trabajo.

En los brazos de Jumin HanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora