Conociendo al Verdadero Saeran

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Me escabullo por el pasillo, intentando ser lo más silenciosa posible. Al llegar al quiosco de enfermería, me doy cuenta de que las dos enfermeras están de espaldas, absortas en sus tareas. Aprovecho el momento para deslizarme hacia el pasillo contiguo.

Me siento un poco más aliviada.

El baño ha sido una verdadera bendición; mi cuerpo se siente más ágil, a pesar del dolor persistente.

Sigo las instrucciones de Seven con cuidado, memorizando cada detalle. Primero, me dirijo hacia el final del pasillo, donde encuentro una señal que indica la dirección de las habitaciones de pacientes.

Llego a una puerta con un número que coincide con el que Seven me mencionó. A pesar de la tranquilidad que intento mantener, el nerviosismo me hace sentirme un poco temblorosa.

Con una última mirada rápida por el pasillo, empujo suavemente la puerta y entro.

La habitación de Saeran no es tan lujosa como la mía, pero se ve cómoda y acogedora. A pesar de que las luces están apagadas, la luz de la luna que se filtra por la ventana la ilumina suavemente, creando un ambiente sereno.

Me acerco con cuidado, tratando de no hacer ruido. Mientras lo observo, me doy cuenta de que en sus muñecas brillan unos metales. Está esposado.

Parece estar profundamente dormido, su respiración es suave y constante, como la de un niño.

Miro las facciones angulosas y la piel pálida de su rostro. Es inevitable que vea a Seven en él, sus rasgos son idénticos, aunque más demacrado, pero tiene el mismo contorno de mandíbula, la misma estructura ósea. 

Son gemelos, después de todo. Pero mientras los observo, no puedo evitar sentir que, aunque se parecen tanto, son tan diferentes. La expresión de Saeran está cargada de sufrimiento, a pesar de estar dormido, es tan distinta del rostro juguetón y cálido de Seven. 

Me inclino un poco más para ver mejor su rostro. Un mechón rebelde de cabello cae sobre su frente, y noto que la raíz del cabello le nace rojiza. Siento una tentación irresistible de acomodarlo, tararear una canción de cuna... 

Ridículo de mi parte, lo sé, pero, a pesar de todo lo que me hizo pasar, no puedo evitar verlo en este estado tan vulnerable, tan indefenso. Es como si toda la dureza que mostró hubiera desaparecido, dejando al descubierto a alguien que necesita cuidado, protección.

Lo miro y siento un impulso profundo, casi instintivo, de acomodar su cabello, como lo haría con Seven.

Sin embargo, justo cuando extiendo la mano para tocar su cabello, Saeran abre los ojos de manera tan rápida y brusca que un chillido escapa de mis labios por el susto.

Retrocedo de un salto, el corazón latiéndome con fuerza en el pecho.

Me ve y una sonrisa burlona se dibuja en su rostro.

― ¿Vas a robarme un beso, Kim Danielle?

Su tono mezquino y sarcástico me deja enmudecida.

Aquel sentimiento fraterno que invadía mi pecho por él se desvanece en un instante. Lo veo, y su mirada amenazante me atraviesa como un cuchillo. De repente, es como si estuviera de nuevo en aquel sótano, atrapada y aterrorizada, con sus manos en mi garganta. 

La vulnerabilidad que había visto en su rostro mientras dormía se disipa, y en su lugar aparece la sombra del Saeran que conocí en ese lugar oscuro.

Finalmente, se incorpora un poco en la cama, todo lo que las esposas le permiten, y se queda mirándome con curiosidad.

― Tienes un aspecto horrible. ― dice con burla. 

Soy consciente de que, a pesar del baño caliente y la pijama cómoda, no puedo ocultar lo demacrada y delgada que estoy. La marca en mi cuello, que ahora se asoma ligeramente bajo el cuello de la prenda, parece hacer que él sonría satisfecho. 

En los brazos de Jumin HanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora