Me quedaré contigo

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― ¿Estás jugando? ― preguntó la madre de Jumin.

― ¿A caso no has visto con tus propios ojos? ― le respondió él. Aún me tenía envuelta en un fuerte abrazo mientras hablaba con su madre.

No sabía qué hacer. No podía permanecer así, escondiéndome en el pecho de Jumin mientras su madre nos observaba, pero sentía una vergüenza inmensa por lo que ella tuvo que vernos hacer.

― Jovencita, muéstrate. ― me ordenó la mujer.

Alcé la vista, aún pegada al cuerpo de Jumin, y me encontré con sus ojos puestos en mí. Él asintió con una sonrisa para mí, dándome a entender que hiciera lo que su madre me pedía. Me separé un poco de él, sin salir de sus brazos y miré a donde se encontraba su madre.

― Lamento no presentarme apropiadamente. ― le dije en voz baja. ― Soy Kim Danielle.

― ¿Kim de Global K?

― Si.

― Acércate, niña.

Volví la vista a Jumin, pero él se veía igual de indeciso que yo. Tomé sus brazos y deshice su abrazo para caminar en dirección a su madre. Ella también caminó en dirección a mí y cuando me tuvo frente a frente se detuvo a inspeccionarme.

Tenía fruncido el ceño, se había llevado la mano derecha al mentón y la izquierda se posaba en su cintura.

― No te pareces en nada a Seong-Jin. ― al fin dijo.

― Madre...

― Es un cumplido, hijo. ― pero su rostro no dejaba de resultarme inquietante. ― ¿Por qué no sabía nada sobre esta relación?

― Porque hemos querido que así sea.

― Tú ya estás prometido con la hija menor de la familia Christopher.

― Un compromiso con una perfecta desconocida es inaceptable. ― Jumin ya se encontraba a mi lado. Tomó mi mano, entrelazando nuestros dedos, y se la llevó a los labios para darle besitos a mis nudillos. ― Como ves, Danielle es con quien quiero estar.

Fue un gran logro para mí no quedarme con la boca abierta ante las palabras de Jumin y ese lindo gesto de besar mis nudillos.

― ¿Cómo? ― exclamó bastante ofendida. ― Rachel viajó desde muy lejos para poder verte. El compromiso se había pactado desde que eran pequeños, no puedes simplemente decir que ya encontraste a otra persona.

― Tal parece que padre y tú difieren con respecto a mi pareja.

― ¿Está de acuerdo con este absurdo matrimonio?

― ¿Quién habló de matrimonio?

― ¿No piensan casarse?

― No tengo que darte explicaciones, madre.

― Jumin, los dejaré solos para que hablen. ― apenas pude decir.

― Así es. Este asunto es familiar.

― Para haberte divorciado cuando tenía siete años y visitarme apenas un par de veces, ¿sigues creyendo que mi vida amorosa debe pasar por tu aprobación? ― mantenía nuestras manos unidas, pero su rostro reflejaba ira. ― Danielle se queda, madre.

― Si esta niña se queda yo me voy.

― Ya sabes dónde está la salida.

― ¡Han Jumin! ― le gritó en cólera.

― Danielle, ¿te parece si vamos por algo de comer? ― ahora me veía a mí y no a su madre.

― Eh... pero...

No me dejó hablar, no era como que pudiese decir algo más, tomó mi mochila y me jaló hacia la salida. Dejando a su madre completamente perpleja.

― Pasa mis llamadas a la asistente Kang. No quiero que me molesten. ― le ordenó Jumin a su secretaria sin siquiera voltear a verla.

La pobre mujer se encontraba hecha un manojo de nervios, tenía mi taza de café en sus manos. Yo no pude si quiera despedirme, ya que me encontraba siendo arrastrada por Jumin.

Gracias a la discusión entre Jumin y su madre, el personal del piso veintitrés ahora estaba disperso, y con el ojo puesto en nosotros.

Una vez dentro del ascensor, seleccionó el piso del vestíbulo. Aunque permanecía callado y con la cara desencajada, no había soltado mi mano en ningún momento.

Cruzamos el vestíbulo, aún tomados de las manos y todo el mundo nos estaba viendo. No pude evitar sonrojarme al darme cuenta de cómo éramos observados con incredulidad. Caminamos un par de cuadras hasta llegar a un parque. Jumin permanecía sin decirme nada, seguía jalándome del brazo, aunque parecía tratar de no hacerme daño con su agarre.

― ¿Jumin? ― le llamé, pero no volteó a verme.

Seguimos caminando dentro del parque. Jumin guiando, aunque para mí estábamos caminando sin dirección alguna. El pobre estaba perdido, se sentía perdido y no sabía cómo ayudarlo.

Nos detuvimos frente a un gran roble. Jumin seguía sin voltear a verme y sin soltar mi mano. Caminé hasta quedar parada frente a él. Se veía tan afligido, parecía un niño indefenso, lo que hizo que se me encogiera el corazón.

― Jumin, dime algo. ― le supliqué. Llevé mi mano a su rostro. Su mandíbula se sentía tan tensa al tacto, pero no dejé de acariciarlo.

Me sorprendí a mí misma por hacer eso, pero no me arrepentía. Su piel era suave y tersa. Tuve la ligera impresión de que mi caricia le confortó, tanto que ladeó la cabeza y apoyó un poco su mejilla en mi palma.

De pronto dejó caer su peso, apoyándose con los brazos en el roble y atrapándome entre ambos. Su respiración la sentía en mi oído y me daba escalofríos, podía escuchar el latido de su corazón con claridad.

Volvimos a estar cuerpo a cuerpo.

― Perdón. ― al fin me habló, muy cerca de mi oído su voz se escuchaba áspera. ― Esto no es propio de mí.

― Está bien. ― susurré.

Miré a mi alrededor, estábamos en la parte más tupida de árboles frondosos y no había nadie cerca de nosotros. Era un lugar hermoso dentro de nuestra ciudad. Este seguro era uno de los lugares más tranquilos y serenos en los que yo haya estado antes.

― Por favor, quédate conmigo. Aunque sea solo un momento. ― me rogó con voz entrecortada. Me quedé pasmada viéndole y él sonrió amargamente.

Verlo así de vulnerable me partió el corazón. Nunca me hubiera imaginado el llegar a ver al hombre que tenía sobre mí así de indefenso. Y yo no sabía que decirle. Me sentía una completa inútil. Quería decirle palabras que lograran confortarlo, hacerle olvidar eso que tanto daño le estaba haciendo.

Rodeé su torso con mis brazos y me aferré a él, hundiendo mi cara en su pecho. Escuché el sobresalto que le ocasionó mi acción, pero no me apartó. Dejó de apoyarse en el roble y me rodeó con sus brazos. Sentía un poco que me asfixiaba, pero no me quejé.

― Me quedaré contigo. 

En los brazos de Jumin HanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora