Broche para el cabello

341 31 8
                                    

Al siguiente día me aseguré de terminar todos mis deberes a una hora prudente, de modo que pueda aprovechar la tarde fuera del apartamento.

Era difícil decidir qué ponerme para ir a ver a Hye y Mary, ya que el guardarropa de Rika era demasiado sofisticado. Opté por unos jeans negros ajustados, una blusa blanca de botones y unos botines de tacón mediano. Completé el conjunto con un cárdigan que me cubría hasta parte de los muslos, era bordado y de color marrón claro con pequeñas flores negras.

Me encontraba de pie frente al ascensor, no negaré que me sentía un poco nerviosa. No dejaba de pensar en el hacker.

Se escuchó el sistema de seguridad activarse tras de mí. Seven mencionó que cada que yo ingresara o saliera del apartamento debía decirle con antelación, para él mandarme un código de acceso nuevo cada vez que atraviese la puerta. Era la única forma de mantener segura la integridad de cualquier cosa que estén resguardando en esa habitación a la cual no tengo acceso.

Llamé al ascensor y se abrió de inmediato. Me pareció curioso. Voltee a ver a la cámara, sabiendo que Seven me vería, y me despedí sacudiendo la mano.

Fuera del edificio ya se sentía agradable el clima. Me coloqué los lentes de sol y el cubrebocas, como me lo había indicado Seven, y tomé mi camino.

Afortunadamente la estación de metro estaba a pocas cuadras y caminé hasta ahí sin problema alguno.

Volver al apartamento que compartía con mis amigas fue de gran consuelo. Se nos fueron volando las horas mientras nos poníamos al corriente. Claro, no podía contarles la verdad. Tuve que decirles que tendría que pasar una temporada en casa de mi familia, pero no les di más explicaciones.

― Es obvio que vienes de casa de tu madre. ― dijo Mary en tono sarcástico. Estábamos las tres en nuestra pequeña sala. Hye estaba sentada junto a mí en el sofá de dos puestos mientras Mary se había acurrucado en el sillón individual. ― Con esa ropa costosa.

La cosa es que mis amigas eran mucho más cercanas a mí de lo que mi familia lo era. Mary fue a quien conocí primero, y eso que su facultad y la mía no eran las mismas.

Mary se sentó conmigo en la mesa de la cafetería, en ese entonces estaba en mis primeros días de vuelta en Seúl y aún no me familiarizaba con nada. Ella pudo ver lo desencajada que estaba y, apiadándose de mí, me hizo compañía.

Yo quería mantener un perfil bajo y que no se me relacionara con mi familia, pero parecía que los profesores tenían en buena estima a mi hermano, que hacía años se había recibido de la misma carrera, y decidieron tratarme por el estatus de mi familia, y no por mis méritos académicos.

― ¿Es que no te gusta? ― me burlé.

― A mí me parece un conjunto adorable. ― Hye habló primero.

Hye estuvo en mi clase desde primer año, aunque no hablamos mucho el primer semestre. Por lo que me contó, yo no le caía bien por el simple hecho de venir de una familia rica. Le molestaba la atención que recibía de los maestros. Pero lo que más le molestaba era mi actitud cohibida.

Básicamente fui una mosca muerta ante sus ojos.

Mary fue quien hizo ver a Hye que yo no era lo que se esperaba que fuera. Ellas dos son amigas desde la infancia, y cuando Mary me invitó a salir con ellas un fin de semana, tanto Hye como yo nos sorprendimos mucho.

Recuerdo ese fin de semana. Hicimos clic de inmediato. Desde luego les conté mi historia y ellas la suya. Desde entonces han sido como mis hermanas mayores.

― Las dos comparten los mismos gustos.

― Excepto en hombres. ― puntualizó Hye.

― Tuche.

En los brazos de Jumin HanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora