Elíxir

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― Princesa, qué bueno verte en casa. ― me saludó mi padre sentado en el sillón de jardín y yo estaba encantada de verlo.

― Hola, padre. ― lo abracé al sentarme junto a él. ― Te ves bien. ― aunque eso quisiera, la realidad es que había perdido peso desde la última vez que lo vi.

Se veía demacrado.

― ¿Qué te ha dicho tu madre?

― Que no has estado bien de salud. ― dijo mi madre, quien me seguía desde el despacho, miraba inquieta a mi padre. ― Debía saberlo.

Después de discutir en el despacho, Taeyang fue a su habitación, ya que era quien más alterado había terminado y no quería que papá se diera cuenta de ello. Yo quise ver a mi padre una vez que pude calmarme, y mi madre decidió seguirme para asegurarse que no dijera algo fuera de lugar.

La miré ceñuda.

Si no vengo a reclamar lo del compromiso nunca me lo hubieran hecho saber.

Pero mi padre no tiene por qué saber eso.

― Mamá tiene razón. ― concedí. Contemplé a mi padre junto a mí. ― Que gusto verte.

― Los dejaré solos. ― anunció mi madre.

Me echó una mirada de advertencia y luego se marchó.

― ¿Qué ocurre? ― preguntó mi padre una vez que ella nos dejó solos.

― ¿De qué hablas?

― Soy un viejo enfermo, pero aún me doy cuenta de cosas. Volviste a discutir con tu madre. Trata de tener un poco de paciencia con ella. No sabes cuanto me gustaría ver que se lleven bien.

― No tengo mala relación con ella.

― Ella te quiere. A su manera. Aprendió a quererte y a ver por ti. No sabes, en estos últimos días no ha parado de hablar de ti con nuestros amigos. Está muy orgullosa de ser tu madre.

Conozco el nombre y apellido de la razón de ese orgullo de madre.

― Te prometo darme una oportunidad con ella.

Sonreí cálida a mi padre y él suavizó su semblante, tranquilo.

― ¿Cómo van las cosas con Jumin? ― me preguntó de pronto. ― Me enteré de que él está muy interesado en ti.

― Déjame adivinar. Mamá te dijo.

― No solo tu madre, nuestros conocidos lo han mencionado. Es un buen hombre, princesa.

― Es bueno conmigo. ― asentí nerviosa.

― Tu madre me dijo que formalizaron su relación.

― ¿Solo eso te dijo?

Después de la charla con mi padre, él insistió en que me quede en la mansión. Se lo concedí, porque era lo mínimo que podía hacer de momento. No podía volver al apartamento de Rika, mis amigas notarían que algo pasaba y no dejarían en asunto. Además, no podía ver a Jumin tan pronto.

Me había dicho a mí misma que no volvería a verlo hasta el momento en que hablemos sobre el asunto pendiente.

Tras una cena familiar, la primera vez en muchos años en la que nos juntamos los cuatro, fui a aquel pequeño jardín en el que encontré a Elizabeth III. Me siento en la banca y contemplo las luces que decoran los arbustos y las copas de los árboles.

― ¿Por qué no entras? ― me dijo Taeyang, apoyado en el marco de la entrada. ― Te vas a resfriar.

― No me enfermo desde los trece años.

En los brazos de Jumin HanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora