Perdiendo el control

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Seguía con los ojos cerrados, tratando de ignorar que sus dedos seguían deslizándose por mis muslos, peligrosamente cerca de mi ropa interior, la cual seguía protegiendo fervientemente con la tela de la falda y mi brazo.

Respirar me era imposible con la boca insistente de Jumin abriéndose paso en la mía. Primero había usado su lengua, recorriendo mi labio inferior con ella e incitándome a separar los labios. Yo le obedecí. Acepté su intrusión, mi lengua tímida permanecía quieta en comparación a la suya experta.

Jumin interrumpió el beso después de un rato y yo jadeé ruidosamente al poder tomar aire de nuevo. Me sentía un poco mareada, apenas podía verme en el reflejo de sus ojos grises.

― Aún no sabes besar, Danny. ― me susurró aún con su rostro a centímetros del mío. ― Te desmallarás si no respiras apropiadamente. ― me veía intensamente, como un depredador a su presa. Su pulgar derecho se posó en mi labio inferior, manteniendo mi boca abierta y jadeante. ― Aunque es excitante ver lo inexperta que eres.

― No te burles. ― susurré cuando por fin tenía aire en mis pulmones.

Desvié la mirada, girando mi rostro y tratando de ocultarlo. Le escuché reír ligeramente a la vez que dejó caer el peso de su cabeza sobre mí, apoyando su frente en mi hombro.

― No me burlo. ― le escuché decir dulcemente. ― Digo la verdad. Eres tan dulce que quiero comerte. ― comenzó a rozar mi cuello con la nariz, seguía tentándome. ― ¿Me dejas?

No podía pensar con claridad. Era mucho para procesar y muy poco tiempo para actuar. Jumin permaneció quieto, esperando mi respuesta.

El debate era entre mi deseo y mi razón.

― Es... está bien.

Jumin me tomó de la mandíbula y me hizo estar con él cara a cara, seguía habiendo deseo en su mirada. Comenzó a darme besitos tiernos en las comisuras y las mejillas, de vez en vez me daba besos directos en los labios.

― Ven a mi penthouse. ― me dijo entre besos.

― ¿Ahora?

― ¿Quieres hacerlo aquí? ― sus besos comenzaron a bajar por mi mandíbula hasta alcanzar mi cuello.

― Tengo que volver con mi madre.

― Entonces debería darte una prueba de lo que te espera en mi cama. ― tomó mis manos, yo no opuse resistencia alguna, y se las llevó a su pecho duro. ― Después de todo, ya me has dado tu autorización. ― recorrió lo largo de mis brazos con ambas manos hasta llegar a mi espalda, y de ahí siguieron bajando por ésta. ― Aunque me lo supliques, no me detendré, ¿entiendes? ― dijo con voz lujuriosa. Sus manos seguían bajando por mi espalda, mi cintura, mi cadera y mi trasero. Fue hasta que volvieron a tocar la piel desnuda de mis muslos cuando di una sacudida y moví mis manos sin pensarlo. Le había tomado de las muñecas. ― ¿Debo atarte las manos en la espalda?

― No quise... ― me temblaba la voz. ― Es que... seguramente no voy a saber lo que debo hacer y ...

― No te preocupes, Danny. No lo haremos hasta el final. ― me sonrió gentilmente y besó mi nariz. ― Al menos no aquí. ― besó mis labios. ― Si tienes la necesidad de sostenerte de algo, hazlo de mi pecho.

Le correspondí a los besos y me dejé llevar por éstos. Jumin hacía que todos mis miedos se apartaran del camino y dieran paso a mis deseos. Volví a alzar las manos y las apoyé en su pecho, esta vez aferrándome de su ropa. Él sonrió en mis labios y volvió a mover sus manos por mis piernas.

Había agotado todas mis fuerzas en tratar de pensar en lo que era o no era correcto, solo quería dejarme llevar. Nunca me había sentido tan deseada como cuando estaba con él, podía estar segura de que quería ser suya.

En los brazos de Jumin HanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora