El siguiente ataque

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― Danny... ― escuché la voz de Jumin, susurrándome al oído.

Yo aún quería seguir durmiendo.

Sentía mis extremidades entumecidas, producto de haber hecho enojar a Jumin por mi imprudencia. Claro, no es que no me gustase. Probablemente querría repetir la experiencia.

Me quejé perezosa y me acurruqué bajo la colcha. Le escuché reír y luego sentí cuando se volvía a acomodar junto a mí en la cama, me abrazó de la cintura y me apegó a él.

― Quizá otra dotación de sexo de castigo te haga abrir esos preciosos ojos azules. ― amenazó. Abrí de par en par mis ojos y me encontré con su cara esplendida, de ojos filosos y sonrisa maliciosa.

Si que quería repetir la experiencia, pero no justo en ese momento. Mi cuerpo no lo resistiría.

Comenzó a reír y me abrazó con más fuerza, besándome la frente. Yo me dejé apapachar. Seguía adormilada.

― ¿Qué hora es? ― logré preguntar.

― Pronto será la hora de la cena. ― escuché una nota de disgusto al pronunciar la oración. Tal vez porque sabía que debía regresarme a casa de mis padres.

Me quiero quedar con él, pensé.

― ¿Podemos bañarnos antes de salir?

― Claro. Ya he preparado la bañera.

Como lo prometió, Jumin me llevó a casa de mis padres justo a tiempo para la cena. Por su puesto que mi madre le invitó a cenar con nosotros y él aceptó encantado.

Taeyang se nos unió a la cena y se mantuvo todo el tiempo en silencio. Solo hablaba cuando le pedían su opinión o de plano tenía que participar en las conversaciones de negocios entre mi padre, Jumin y él.

Siempre revisando su celular.

Se le veía incomodo.

***

― Tengo una semana ocupada en la oficina, pero te llamaré constantemente. ― me dijo Jumin. Lo había acompañado hasta el estacionamiento. Pasaban más de las ocho de la noche y estaba fresco. ― De cualquier forma, tú también puedes llamarme a cualquier hora del día.

― ¿Te parecen mejor los textos? ― comenté. Una ráfaga de viento alborotó mi cabello y me erizó la piel. Me acurruqué en mi abrigo. Íbamos caminando con calma, tomados de la mano. ― No quisiera interrumpir alguna reunión importante. Los mensajes de texto son más discretos.

― Tienes razón. ― nos detuvimos frente a su camioneta. Su chofer ya se había bajado y abierto la puerta para Jumin. ― También entra más seguido al chat de la RFA. ― con sus dedos largos acomodó mi alborotado cabello tras mi oreja. ― En cuanto Seven confirme una reunión para tratar el asunto de Saeran y Hyeon, vendré por ti.

― Me parece. ― asentí. ― Por favor, si sabes de V házmelo saber. ― su rostro se apagó por un instante. La imagen que había tenido de su amigo, por tantos y tantos años, se estaba desquebrajando en tan pocos días.

Con mi mano libre acaricié su mejilla, me puse de puntitas y le besé gentilmente. Mi intención era un pequeño beso que pudiera confortarlo, pero él me sostuvo de la cintura y profundizó el beso.

― Quiero llevarte conmigo. ― me susurró al concluir el beso.

Yo era consciente del chofer parado frente a nosotros. Le vi de reojo y él permanecía con la mirada fija en el suelo. Mis mejillas ardieron y Jumin soltó una pequeña risita.

― Anda, vete de aquí. ― le dije, berrinchuda y le empujé un poco jugando. Él solo reía ante mi pequeña rabieta.

― Está bien. ― verle sonreír era maravilloso. ― Hazme un favor y no salgas tú sola.

En los brazos de Jumin HanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora