No me lo ocultes

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― Que gusto volver a verte, Danielle. ― me dijo la madre de Jumin con voz afilada en cuanto llegué a la barra de postres.

― Sra. Caroline. ― la saludé con una pequeña reverencia.

― Solo Caroline. ― me corrigió. ― A fin de cuentas, eres la amante de mi insensato hijo.

Eso último lo dijo con cizaña y las orejas se me pusieron calientes.

― Después de aquella vez en el penthouse de Jumin, pensé que lo que menos querría usted es volver a hablar conmigo.

La mujer sonrió de lado.

― No me mal entiendas, querida. ― tomó dos copas altas con jugo de naranja burbujeante y me ofreció una, yo la acepté. ― No tengo nada en contra tuya. De hecho, te respeto. Eres la única persona que se ha atrevido a hablarme con agallas. Sin contar al insensato de mi hijo, claro. Es solo que por desgracia has interferido en mis planes.

― Mi intención nunca fue interferir, solo puedo decir que, aunque no hubiera conocido a Jumin, dudo mucho que él aceptara un matrimonio arreglado.

― ¿Crees que lo conoces así de bien?

― Tal vez lo conozco mejor que usted.

― Soy su madre, solo yo lo conozco tan bien.

― Una madre que estuvo ausente en la vida de su hijo no es precisamente la persona que mejor lo conozca.

― Hablas con mucha sabiduría, jovencita. ― levantó una ceja y bebió de su copa. ― Como si lo hubieras vivido en carne propia.

Me quedé sin aliento por un segundo.

― Solo comento lo que Jumin me ha contado de usted. ― dije y de un sorbo casi termino con el jugo de mi copa.

Danny, ¿es que no entiendes? ¿Por qué siempre hablas de más?

Agradecí que la barra de bebidas se encontraba considerablemente apartada de las mesas con invitadas, ya que no era bueno que fuéramos escuchadas. Aunque podía notar algunos ojos puestos en nosotras.

― Caroline. ― escuché que una chica llamaba la atención de la madre de Jumin. Era la chica que vi del otro lado del pasillo en el penthouse. ― Perdón por la tardanza, no podía encontrar los baños.

Una chica alta, de cabello castaño y ojos almendrados. Vestía un conjunto de falda y blusa a juego, en un estampado floral en tonalidades rosas pasteles. Se paró junto a Caroline y me vieron las dos. Por alguna extraña razón me parecía que habían planeado una emboscada para mí.

― Danielle, ésta es la prometida que elegí para mi hijo. ― dijo con suficiencia la madre de Jumin. ― Rachel del clan Christopher. Rachel, ella es la amante actual de mi hijo. Kim Danielle.

Otra vez esa bendita palabra.

― Oh, Srta. Kim. Un gusto conocerla al fin. ― dijo Rachel extendiéndome la mano derecha y yo me le quedé viendo.

― Solo Danielle. ― le dije al tomarle la mano en saludo.

― Quería que las dos se conocieran, a fin de cuentas, deseo que esta situación se solucione entre nosotras. Podemos salir por un momento al jardín. ― dijo Caroline.

― ¿De qué está hablando? ― pregunté, aunque lo había entendido perfectamente.

― Danielle, debes entender que no podemos hablar con tanta gente aquí.

Si que era una emboscada de esas dos.

― Si es de lo que creo que quiere hablar en privado, no me interesa. ― le dije con aplomo.

En los brazos de Jumin HanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora