Su pareja

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― Si hay la necesidad de definir esta relación, te diré lo que pienso. ― su mano aún sostenía la mía sobre mis muslos, y en sus ojos podía ver mi reflejo. ― Los términos comúnmente usados son "amantes", "pareja", "acompañante", etc. Al menos así lo es para mí.

― Esto es muy repentino.

― Te entiendo. Por eso trato de controlar mi ansiedad sobre ti.

― ¿Ansiedad?

― Yo... No me puedo imaginar a alguien que no sea yo estando en tus pensamientos. Quiero que tus ojos me vean solo a mí.

― Nunca me he enamorado. No sé si lo que siento por ti lo sea, todo ha sido muy rápido. ― por un momento creí ver algo de angustia en su cara. ― Solo sé que me gustas. Que me he sorprendido a mí misma pensando en ti muchas veces.

― Desearía que tus sentimientos fueran tan intensos como los míos por ti. ― entrelazó nuestros dedos. ― Me ganaré tu amor, Danny. Sé que necesitas tiempo, pero eventualmente tu corazón y cuerpo serán perfectamente míos.

― ¿Se podría decir que a partir de ahora somos novios?

― Si lo pones de ese modo, sí. ― me sonrió juguetón. ― Quiero reclamarte como mía. Que todo el mundo sepa que ahora somos una pareja. Solo si así tú lo deseas.

― Si quiero. ― no tuve que pensarlo.

Se inclinó hacia mí, esta vez no me aparté, y sus labios me regalaron un beso tierno.

Se escuchó que alguien tocaba las puertas dobles que daban al vestíbulo del ascensor por el que llegamos, haciendo que la atmosfera entre nosotros se rompiera.

― Adelante. ― dijo Jumin frustrado con voz autoritaria.

Un hombre con traje negro entró al salón.

― Sr. Han, su madre está en el estacionamiento. Está demandando que le demos acceso. ― se apresuró a decir el hombre de Jumin. ― La acompaña otra mujer.

― ¿Saben de quien se trata?

― La Srta. Rachel del clan Christopher, Sr.

Reconocí el nombre al escucharlo. No era uno muy común en nuestro país, y solo lo había escuchado una vez en toda mi vida. Se trataba de aquella prometida que la mamá de Jumin le había impuesto desde pequeño.

― No estoy para nadie. ― nunca dejaba de sorprenderme como cambiaba la forma de hablarle al resto, a diferencia de cómo me hablaba a mí. ― Digan que me encuentro en la oficina.

― Su madre dijo que viene de C&R y no lo encontró, Sr.

― Obstinada como siempre. ― se quejó Jumin. ― No deseo ver a nadie. No permitas que entren.

― Jumin, es tu mamá. ― le comenté en voz baja. ― Deberías al menos recibirla para ver lo que quiere.

― Sé lo que quiere. ― dijo. No me miraba a mí, sino a nuestras manos unidas. ― Además, tú estás aquí conmigo. No voy a permitir que vuelva a tratarte mal.

― Cualquier cosa que ella quiera utilizar para ofenderme no lo conseguirá. ― se le veía tenso, quería ayudarlo. Sabía lo que le afectaba el que su madre tratara de meterse en su vida privada. ― Quizá si me ve aquí desista de querer meterse en tus asuntos.

― No voy a usarte en esto. ― me dedicó una sonrisa, aunque un poco amarga. ― Pero si deseas que atienda a mi madre y a su invitada, lo haré. Con una condición.

― La que sea.

― Ve a mi habitación y no salgas hasta que yo lo diga.

― ¿No quieres que me vean contigo?

En los brazos de Jumin HanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora