Inexperta

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― No puedo creer que no haya podido hacer que me dieras la dirección del apartamento de Rika. ― seguía diciendo Jumin después de insistir tanto.

Estábamos en camino al apartamento que compartía con mis amigas.

Después de que su madre y su invitada dejaran el penthouse de Jumin, no tardamos en salir también. Subimos a una de las camionetas negras junto con el chofer y nos pusimos en marcha. Ya estábamos a unas pocas cuadras después de un viaje de poco más de media hora.

― Es un secreto, Jumin.

― No entiendo por qué tanto secretismo.

― La verdad yo tampoco, pero así son las cosas.

― No me gustan los secretos entre nosotros. ― dijo mientras jugaba con mis dedos, no me había soltado en todo el camino. ― Quiero saber todo sobre ti.

― Tenemos mucho tiempo por delante para conocernos.

Nos detuvimos frente a mi edificio. Eran aproximadamente las diez de la mañana de un domingo soleado. La librería del primer piso ya se encontraba abierta. No había mucha gente circulando por la calle.

― Conéctate al chat más seguido, Danny. Estaré al pendiente de ti por ahí. ― Jumin me dio una bolsa de papel con las medicinas que había comprado para mí. ― Y cuídate ese golpe.

― Está bien. ― accedí. Por unos segundos me pregunté cómo debía despedirme de él. Era una cosa estúpida preocuparme por algo así, pero en realidad no tenía idea de lo que tenía que hacer. ― Nos vemos pronto.

Él me detuvo cuando quise abrir la puerta.

― Esa no es la forma apropiada de despedirte de tu novio. ― murmuró.

― ¿Qué debería hacer?

― Piénsalo un poco. ― se escuchaba insinuante y enseguida lo supe.

Sentí el rostro caliente, seguro me había sonrojado.

― Inclínate un poco. ― le dije.

Él obedeció y se inclinó hacia mí. Me apoyé en sus hombros para alcanzar mi objetivo y le di un beso justo en la comisura del labio. Sentí cuando sus labios formaron una sonrisa por mi acción.

Cuando decidí que era buen momento para apartarme, él me retuvo con su mano en mi espalda y giró un poco la cabeza, rosando sus labios en los míos. Contuve la respiración al sentirlos suaves y tentadores, esperaba que de un momento a otro me besara, pero no parecía estar en sus planes.

Por primera vez sentí la necesidad de ser tocada por su boca. Él me veía con los ojos pícaros, pero no se movía. Sabía cuáles eran sus intenciones, quería que fuera yo quien tomara la iniciativa.

Le tomé de las mejillas y le planté un beso rápido en los labios. Cuando me aparté me di cuenta de que intentaba no reír después de aquel beso de niños.

― Tenía en mente otra clase de beso. ― se burló.

― Dijiste que me darías tiempo. ― hice un puchero.

― Tienes razón. Todo a su tiempo. Por favor, entra al chat en el transcurso del día. No quiero tener que venir por ti y llevarte a la fuerza.

― Está bien, Sr. Han. ― me burlé.

La camioneta de Jumin no arrancó hasta que me acerqué a mi edificio. Caminé por enfrente de la librería y vi a Hye dentro, estaba hablando muy animada con un chico. Ella se dio cuenta de mí y me saludó agitando la mano. Le hice una seña con la mano, apuntando para arriba, y ella asintió.

En los brazos de Jumin HanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora